domingo, 17 de mayo de 2009

Antonio Vega se dejó llevar

Sábado 16 de mayo de 2009

Finalmente Antonio se dejó llevar. Él, que tantas verdades acarició con sus letras aterciopeladas, con su voz queda y suave. Él, que era de los que piensan que o te largas de una vez o no vuelves nunca hacia atrás, tomó el martes ese camino del que no se vuelve nunca. Él, que buscó en la heroína el sueño con sonido a mar, se ha ido en silencio, rodeado de los suyos, los que hacían la música y los que la escuchaban.
Vuelve por fin al sitio donde nació, donde se creó la primera luz junto a la semilla de cielo azul. El lugar del que vienen los genios, el sitio donde Dios se recrea forjando almas y talentos descomunales, y después dándoles voluntades minúsculas. Antonio, que nos juró tantas veces que había cambiado y tantas veces nos mintió, murió demasiado pronto, con muchísimo por hacer y por vivir. Las calles mojadas de Madrid que le vieron crecer están ahora húmedas por las lágrimas. Junto a su ataúd había tres guitarras, y me dicen los amigos que fueron a presentar sus respetos que nadie se atrevió a rasgarlas, por miedo a despertar los fantasmas terribles de algún extraño lugar.
Dicen que Nacho G. Vega, su primo, aguantó a pie firme, sin soltar más que dos lágrimas, seda y hierro en la mirada. El corazón lo tenía intacto, porque hace mucho que se lo cuida la chica de ayer. El ánimo era otra cosa, y repetía como todos que aún era pronto para Antonio, que tenía a medias un disco con el que iba de nuevo a romper horizontes hasta ayer prohibidos. Se marchó san Antonio, aventurero, romántico señor, se perdió más allá de las montañas dejándonos solo sus letras, escritas a boli en la pared.
Las mismas letras que he imbricado en todas y cada una de las oraciones de este artículo, las mismas que nos revelaron una historia que era a veces mentira y otras no era verdad. Para muchos, esas letras escribieron lo mejor de nuestra vida. Azul?

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