Honor, loor y duelo por los muertos. No será uno quien pierda el respeto y menos a un compositor de primera del pop español. Lo que no quita para que confiese algo que en más de una ocasión dejé plasmado en el Heraldo: nunca me aburrí tanto en un concierto como en los primeros de Nacha Pop en Zaragoza. Planos y monótonos, escuchada la ‘Chica de ayer’ y alguna pieza más, ya estaba todo dicho. Una noche, en el pabellón de fiestas del antiguo cuartel de Palafox, hubo bostezos a mansalva.Hoy, me han pedido un breve texto para el Heraldo de mañana y lejos de glosar la figura musical de Antonio Vega, que en tan pequeño espacio hubiera sido imposible, he optado por recordar aquellos reiterados y primeros conciertos de Nacha Pop en Zaragoza (un probo funcionario del Ayuntamiento debía tenerle estima al grupo) y a renglón seguido destacar, sobre todo, el papel de Antonio Vega en la famosa Movida, de la que fue un sólido e indiscutible baluarte.Su ‘Chica de ayer’ empezó a darle crédito no solo a él y a su grupo, sino a toda una generación de jóvenes músicos que las discográficas miraban con recelo y el público con indiferencia. Un invento de la prensa y de la radio de Madrid, se decía. Poco antes, Mamá y Los Secretos habían sorprendido con ‘Chicas de colegio’ y ‘Déjame’, respectivamente. Y Paraíso había trazado una pirueta de sensibilidad increíble con ‘Para ti’. Por lo que las discográficas, incrédulas, mandaron a sus peones a la pesca, y estos curiosamente volvieron con la cesta llena.Y así fue como, en 1980, empezó la segunda gran revolución de la música española. Con el álbum, primero, de Radio Futura, ‘Música Moderna’; con el de Nacha Pop, meses después; y con el de Zombies, a continuación. Aquella maravillosa parva de canciones no podía ser un invento. No. Fue un chispazo generacional que produjo memorables discos y canciones, encendiendo la luz de La Movida. Y allí estaba Antonio, uno de los primerísimos ‘chicos de ayer’, dándole al interruptor de aquella luz en unos momentos en que España empezaba a transformarse musicalmente y políticamente empezaba a ver la claridad.Luego, en los noventa, Antonio Vega emprendió carrera en solitario, tras haberse desligado de su primo Nacho, empeñado en el pop colorido y nuevaolero, y quizá escribió sus mejores canciones, haciendo de la melancolía bandera y de los textos escuela. Su álbum recopilatorio “El sitio de mi recreo” (1992) resume a la perfección su genio melódico y compositivo, intimista y recogido, fruto de su amistad con la hipodérmica y de su carácter huidizo, ensimismado y hasta huraño y desagradecido, como el propio productor Paco Martín le espetó cuando se le tributó el homenaje discográfico de “Ese chico triste y solitario”, un título que a él le repateó.Obviamente hay mucho que recordar y que desempolvar. Mi archivo rebosa de recortes periodísticos y entrevistas de todo tipo. Aprovecho pues, tal y como un día me solicitaba el buen amigo Ricardo Gil, para recuperar el texto que le dediqué en el Semanal del Heraldo a Nacha Pop con motivo de la edición de uno de sus mejores discos, “El momento” (1987), tras el cual se acabó el grupo.
martes, 19 de mayo de 2009
Antonio Vega, bastión de La Movida
12 Mayo, 2009 por Matías Uribe
Honor, loor y duelo por los muertos. No será uno quien pierda el respeto y menos a un compositor de primera del pop español. Lo que no quita para que confiese algo que en más de una ocasión dejé plasmado en el Heraldo: nunca me aburrí tanto en un concierto como en los primeros de Nacha Pop en Zaragoza. Planos y monótonos, escuchada la ‘Chica de ayer’ y alguna pieza más, ya estaba todo dicho. Una noche, en el pabellón de fiestas del antiguo cuartel de Palafox, hubo bostezos a mansalva.Hoy, me han pedido un breve texto para el Heraldo de mañana y lejos de glosar la figura musical de Antonio Vega, que en tan pequeño espacio hubiera sido imposible, he optado por recordar aquellos reiterados y primeros conciertos de Nacha Pop en Zaragoza (un probo funcionario del Ayuntamiento debía tenerle estima al grupo) y a renglón seguido destacar, sobre todo, el papel de Antonio Vega en la famosa Movida, de la que fue un sólido e indiscutible baluarte.Su ‘Chica de ayer’ empezó a darle crédito no solo a él y a su grupo, sino a toda una generación de jóvenes músicos que las discográficas miraban con recelo y el público con indiferencia. Un invento de la prensa y de la radio de Madrid, se decía. Poco antes, Mamá y Los Secretos habían sorprendido con ‘Chicas de colegio’ y ‘Déjame’, respectivamente. Y Paraíso había trazado una pirueta de sensibilidad increíble con ‘Para ti’. Por lo que las discográficas, incrédulas, mandaron a sus peones a la pesca, y estos curiosamente volvieron con la cesta llena.Y así fue como, en 1980, empezó la segunda gran revolución de la música española. Con el álbum, primero, de Radio Futura, ‘Música Moderna’; con el de Nacha Pop, meses después; y con el de Zombies, a continuación. Aquella maravillosa parva de canciones no podía ser un invento. No. Fue un chispazo generacional que produjo memorables discos y canciones, encendiendo la luz de La Movida. Y allí estaba Antonio, uno de los primerísimos ‘chicos de ayer’, dándole al interruptor de aquella luz en unos momentos en que España empezaba a transformarse musicalmente y políticamente empezaba a ver la claridad.Luego, en los noventa, Antonio Vega emprendió carrera en solitario, tras haberse desligado de su primo Nacho, empeñado en el pop colorido y nuevaolero, y quizá escribió sus mejores canciones, haciendo de la melancolía bandera y de los textos escuela. Su álbum recopilatorio “El sitio de mi recreo” (1992) resume a la perfección su genio melódico y compositivo, intimista y recogido, fruto de su amistad con la hipodérmica y de su carácter huidizo, ensimismado y hasta huraño y desagradecido, como el propio productor Paco Martín le espetó cuando se le tributó el homenaje discográfico de “Ese chico triste y solitario”, un título que a él le repateó.Obviamente hay mucho que recordar y que desempolvar. Mi archivo rebosa de recortes periodísticos y entrevistas de todo tipo. Aprovecho pues, tal y como un día me solicitaba el buen amigo Ricardo Gil, para recuperar el texto que le dediqué en el Semanal del Heraldo a Nacha Pop con motivo de la edición de uno de sus mejores discos, “El momento” (1987), tras el cual se acabó el grupo.
Honor, loor y duelo por los muertos. No será uno quien pierda el respeto y menos a un compositor de primera del pop español. Lo que no quita para que confiese algo que en más de una ocasión dejé plasmado en el Heraldo: nunca me aburrí tanto en un concierto como en los primeros de Nacha Pop en Zaragoza. Planos y monótonos, escuchada la ‘Chica de ayer’ y alguna pieza más, ya estaba todo dicho. Una noche, en el pabellón de fiestas del antiguo cuartel de Palafox, hubo bostezos a mansalva.Hoy, me han pedido un breve texto para el Heraldo de mañana y lejos de glosar la figura musical de Antonio Vega, que en tan pequeño espacio hubiera sido imposible, he optado por recordar aquellos reiterados y primeros conciertos de Nacha Pop en Zaragoza (un probo funcionario del Ayuntamiento debía tenerle estima al grupo) y a renglón seguido destacar, sobre todo, el papel de Antonio Vega en la famosa Movida, de la que fue un sólido e indiscutible baluarte.Su ‘Chica de ayer’ empezó a darle crédito no solo a él y a su grupo, sino a toda una generación de jóvenes músicos que las discográficas miraban con recelo y el público con indiferencia. Un invento de la prensa y de la radio de Madrid, se decía. Poco antes, Mamá y Los Secretos habían sorprendido con ‘Chicas de colegio’ y ‘Déjame’, respectivamente. Y Paraíso había trazado una pirueta de sensibilidad increíble con ‘Para ti’. Por lo que las discográficas, incrédulas, mandaron a sus peones a la pesca, y estos curiosamente volvieron con la cesta llena.Y así fue como, en 1980, empezó la segunda gran revolución de la música española. Con el álbum, primero, de Radio Futura, ‘Música Moderna’; con el de Nacha Pop, meses después; y con el de Zombies, a continuación. Aquella maravillosa parva de canciones no podía ser un invento. No. Fue un chispazo generacional que produjo memorables discos y canciones, encendiendo la luz de La Movida. Y allí estaba Antonio, uno de los primerísimos ‘chicos de ayer’, dándole al interruptor de aquella luz en unos momentos en que España empezaba a transformarse musicalmente y políticamente empezaba a ver la claridad.Luego, en los noventa, Antonio Vega emprendió carrera en solitario, tras haberse desligado de su primo Nacho, empeñado en el pop colorido y nuevaolero, y quizá escribió sus mejores canciones, haciendo de la melancolía bandera y de los textos escuela. Su álbum recopilatorio “El sitio de mi recreo” (1992) resume a la perfección su genio melódico y compositivo, intimista y recogido, fruto de su amistad con la hipodérmica y de su carácter huidizo, ensimismado y hasta huraño y desagradecido, como el propio productor Paco Martín le espetó cuando se le tributó el homenaje discográfico de “Ese chico triste y solitario”, un título que a él le repateó.Obviamente hay mucho que recordar y que desempolvar. Mi archivo rebosa de recortes periodísticos y entrevistas de todo tipo. Aprovecho pues, tal y como un día me solicitaba el buen amigo Ricardo Gil, para recuperar el texto que le dediqué en el Semanal del Heraldo a Nacha Pop con motivo de la edición de uno de sus mejores discos, “El momento” (1987), tras el cual se acabó el grupo.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario