lunes, 18 de mayo de 2009

Abrazos rotos para Antonio Vega

MANUEL DE LA FUENTE MADRID

Serrat, Miguel Ríos, Rosario, Ismael Serrano, Antonio Carmona, el Wyoming, Los Secretos... y cientos de madrileños acudieron ayer hasta la SGAE donde se instaló la capilla ardiente para rendir su último homenaje a Antonio Vega. Un féretro y cuatro guitarras. Y flores, recuerdos que iban y venían, pentagramas empapados por más de una lágrima. Aquí están los abrazos rotos para Antonio, Antonio Vega. Todo un nombre propio, debajo de estas líneas con todas sus iniciales.
Amistad
Amigo. Y buen compañero. Un tipo que por amistad y compañerismo no dudaba en «hacer de guitarrista» para otros, como bien lo gozó Basilio Martí, su teclista, íntimo de Antonio. Rosario, claro, le echaba flores: «Nos hemos criado juntos. Era una persona con el corazón a flor de piel, un ser irrepetible». SU viejo amigo Álvaro Urquijo de Los Secretos recordaba la intensa relación entre Vega y su hermano Enrique, su intercambio de guiños: «Fue el primero que le hizo un homenaje».
Nacho
Su primo Nacho García Vega fue hermano en la vida, en la carretera. Parecían la cara y la cruz, pero siempre fueron dos caras de la misma moneda. Nacho tiraba de buen humor: «Espero que nos acordemos toda la vida de este tío grande, un campeón, que se ha salido con la suya».
Talento
Le sobraba. Y lo derrochaba. Generosamente. Todo su cancionero está tocado por la varita mágica del talento. Algo que, como el cariño verdadero, ni se compra ni se vende. Capi, su primer productor lo recuerda: «Deja una obra que, con el paso del tiempo, no se olvida y sigue produciendo sensaciones en nuestra alma». Álvaro Urquijo suscribía completamente la idea: «Hay gente que nace con el estigma del talento como él. Hubiese dado un brazo o toda mi carrera por escribir canciones como las suyas».
Orión
A Antonio le gustaba pensar que su compañera Marga del Río, tras morir, vivía y le esperaba en la constelación de Orión. A ella le dedicó el que es hasta ahora su último disco, 3.000 noches con Marga. «Escribí, arreglé y di forma a los temas que componen esta obra -dijo cuando se publicó- en un momento en el que mi corazón se hallaba desbordado por el dolor». En las civilizaciones antiguas, desde ayer Antonio ya sería una nueva y brillante estrella en el firmamento. La estrella solitaria, quizá.
Natural
Siempre era así. En las entrevistas, ante el público, siempre decía lo que pensaba. Amablemente, pero con coña. Como decía Wyoming: «Era de una humildad tremenda y su música fue proyección de lo que era como persona». Capi, su primer productor, le conoció en 1979: «Era muy guapo, tímido y deportista».
Ilusión
Fue un ilusionista. Era todo imaginación. Un mago. Un demiurgo. Antonio, y otros como él, hicieron magia en plena Transición. La ministra de Cultura, Ángeles González-Sinde, así lo destacaba: «Su música sirvió para la reinvención del país y de una juventud nueva».
Original
Original. La versión de Antonio siempre fue original. Por escapar a los clichés de la modernez. Cantautor, sí, pero su política fueron las emociones. Así lo reconocía el presidente Zapatero en el telegrama que mandó a la familia: «Fue un símbolo de la gran relevancia social que ha alcanzado la música popular».
Vida
Siempre pareció que vivía al borde de varios abismos. Íntimos y personales. Pero vivió intensamente. Quizá, tan sólo de otra manera. Aunque adoraba el hogar. Álvaro Urquijo buscaba una explicación: «Tuvo una gran vida, tal vez un poco concentrada».
Estilo
Mucho, muchísimo. Estilo indeleble en canciones y en directos. Estilo el de Vega, que como decía Wyoming era «un sello en sí mismo».
Genio
Y figura. Figura para la que ayer el grupo municipal del PSOE pedía «reconocimiento con la creación de un espacio cultural que lleve su nombre». Figura «cuyo recuerdo simpre permanecerá vivo en Madrid», como indicó la viceconsejera de Cultura de la Comunidad, Concha Guerra.
Amor
Amor por la música. Amor por el rock and roll. Amores de su vida y su vida en amores, como el de Marga del Río que parece de leyenda: «La mujer que me lo dio todo por nada y a la que he consagrado mi vida entera. Lo que me quede de ella». O, como comentó González-Sinde, «su música trajo una manera diferente de amar, no conocida hasta entonces».

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