martes, 30 de junio de 2009

El Antonio que conocí

Domingo, 07 de junio de 2009

Ni triste ni solitario. Refractario a los consejos. Loco por las palomitas. Juan Bosco retrata al cantante fallecido, con el que preparó su biografía durante 6 años

JUAN BOSCO

Conocí a Antonio Vega una agridulce y calurosa mañana de verano en Madrid. Fue la primera vez que intercambiamos unas palabras pero yo le conocía desde hacía muchos años, 21 para ser exactos, el día que me regalaron el vinilo de Dibujos animados que acababa de salir a la calle, tres años antes de que los Nacha se separaran definitivamente. O eso parecía.
Desde entonces, la voz de Antonio siempre ha estado conmigo. Intermitente pero constante, con la misma pauta que él impuso para sacar sus trabajos discográficos. Pero cuando, años más tarde me vi de pronto trabajando mano a mano con él en sus memorias, no me lo podía creer.
Como decía, una agridulce y calurosa mañana conocí a Antonio Vega. No recuerdo si fue su timidez o su educación lo que más me impresionó en un primer momento, pero de ambas iba sobrado. Conseguía tratar a la gente con cercanía y estar ausente al mismo tiempo. Esa actitud me desarmó por completo.
BROMISTA
El Antonio Vega que yo conocí era flaco y afilado, quijotesco y paladín. Era huidizo y sinuoso, un maestro escapista que siempre encontraba la salida más cercana, el acorde adecuado y la palabra correcta.
El Antonio que yo conocí sabía reírse de sí mismo y sabía muy bien cómo hacer reír a los demás. Era capaz de sacarle punta a un alfiler y de estirar las bromas hasta límites insospechados. No escatimaba fuerzas, y a veces no iba sobrado de ellas, para soltar un chiste, una ocurrencia o uno de sus juegos de palabras.
El Antonio que yo conocí era la persona menos triste y solitaria de todas con cuantas me he topado, y del alma en pena que algunos se empeñan en colgarle sólo tenía el alma. Sus penas fueron sus pérdidas: su hermano Ricardo, su hermana Martita, como él la llamaba, y por último Marga, su amor e inspiración.
El Antonio que yo conocí podía pasarse horas enteras hablando de polvo de estrellas, de constelaciones y cometas. Le fascinaba el hecho de que el sol fuera a brillar cada vez con más fuerza hasta estallar en una inmensa bola de fuego.Aún recuerdo la ilusión que le hizo descubrir Google Earth y cómo te enseñaba entusiasmado la Nebulosa Tarántula en la Gran Nube de Magallanes, la del Cangrejo o la del Ojo de Gato.
El Antonio que yo conocí era más duro que el kevlar, podía con carros y carretas, y esa aparente fragilidad suya escondía en realidad una fortaleza capaz de aguantar lo que aguantó. Lo inaguantable.
El Antonio que yo conocí fue capaz de consumir una cantidad ingente de palomitas de maíz. Cuando vivió en la nave de la calle Palermo, Fofo y Sandra le surtían con bolsas de tamaño industrial de las que compran los bares y se las comía en un espacio de tiempo inverosímil. En su casa era complicado encontrar una zona sin que hubiera un despistado copo por alguna parte. Entre su dieta se encontraban, tras las susodichas palomitas, las bebidas de naranja, los sándwiches de queso con membrillo, los bollos esos raros con puntitos de chocolate y la leche condensada.
El Antonio que yo conocí cerraba la boca y miraba al suelo cuando cualquier bienintencionado le animaba a cuidarse. No le gustaban los consejos y en muy contadas ocasiones los daba. Las decisiones de cada uno son de cada uno por muy duro o desgarrador que resulte. Y resulta. Que a nadie le quepa la menor duda.Al Antonio que yo conocí se le podía querer y odiar al mismo tiempo. No era ningún santo. Nunca quiso serlo. Su camino fue el que eligió y pudo haber elegido y triunfado en cualquier otro. Pero no lo hizo. Eligió la música. Eligió el poblado. Eligió el arte.
El Antonio que yo conocí ganaba muchísimo dinero pero siempre estaba sin un duro. Podía comprar una guitarra el lunes, empeñarla el miércoles, recuperarla el sábado y volver a empeñarla el lunes siguiente. Supo vivir con todo y sin nada, y se enfrentaba a ambas situaciones con la misma tranquilidad y la misma entereza.
Aunque no siempre fue así. De vez en cuando, su bolsillo se hinchaba más de la cuenta y acudía a CashConverters, a Bosco o al Leturiaga de Corredera Baja y se pillaba un amplificador de válvulas, la tarjeta de sonido de turno o una guitarra a la que ya había echado el ojo. Esos días no se le borraba la sonrisa de la cara y, aunque era una gozada verle así de contento, tengo que reconocer que cuando más disfrutaba yo (y sospecho que también él) era cuando le daba por comprar cosas sin ninguna utilidad, como aquella ballesta con la que se encaprichó y que jamás volvió a usar.
Cuando el Antonio que yo conocí y que todos conocimos abría la boca para cantar no sé qué pasaba pero algo pasaba. Unos dirán que era su voz, otros que las letras y algunos que una mezcla de ambas. Quién sabe… pero cuando decía lo que decía cómo lo decía, sentías cosas. Cómo reaccionaba la gente cuando empezaba a cantar era algo digno de ver. Y de sentir. En sus conciertos, el público le arropaba al principio, le animaba dándole calor y, de pronto, cuando ya estaba lanzado, conseguía de un plumazo estremecer hasta los huesos, tocándote en sitios donde muy pocos artistas pueden llegar.
El inmenso regalo que nos ha hecho a todos sigue ahí, al alcance de la mano porque su voz, por suerte, jamás se extinguirá.
El Antonio que yo conocí jamás se compró una casa pero sí quemó una de ellas. Perdió sus fotos, discos, muebles, todo. Decía que ese día se convirtió en un hombre sin pasado.
NO ERA FÁCIL DAR CON ÉL
El Antonio que yo conocí medía tres metros y medio desde el escenario pero llegaba a diez de altura cuando se bajaba de él.
Supongo que su pérdida es demasiado reciente como para poder entender nada. Cuando desaparece un ser querido, la profundidad de la herida es equiparable al amor que éste dio en vida y, en el caso de Antonio, dio a manos llenas. La prueba son sus canciones. Si en algún sitio depositó todo su amor, su fuerza y sus ideas fue en sus canciones, por eso se puede decir, sin miedo a mentir, que el daño que Antonio nos ha infligido ha sido traumático. Sus canciones han significado tanto para tantas personas que ahora, en estos momentos oscuros, mucha gente sentirá un dolor difícil de localizar.
El Antonio que yo conozco sigue estando con nosotros. Puede que ahora sea un poco más complicado dar con él pero nunca fue fácil dar con Antonio. Cada vez que Basilio apriete una tecla y cada vez que Pepelu coja el coche por la noche, Antonio estará con ellos. Seguirá echando de menos a Teresa y planeando visitarla un fin de semana y apostaría a que ahora mismo está haciendo alguna tontería para arrancarle a Queca otra carcajada. Sólo que, de ahora en adelante, tendrá que afinar el oído para escucharle.
Juan Bosco es el autor de la biografía de Antonio Vega, que se publicará próximamente.
PEQUEÑA BIOGRAFÍA
CUNA. Nació en Madrid el 16 de diciembre de 1957.MÚSICA. Tras estudiar Sociología, Arquitectura e intentar ser piloto, descubrió que lo suyo era la música. Cuando tenía 21 años se incorporó al grupo de su primo Nacho García Vega. El disco de debut de Nacha Pop salió en 1980, con la archiconocida «Chica de ayer». Se separaron en 1988 y en 1991 sacó su primer disco en solitario.
AMOR. Con su primera mujer, Teresa, mantuvo una relación de 17 años. A Margarita del Río la conoció en 1998, y se convirtió en su musa y colaboradora hasta que falleció en 2004. Ahora compartía su vida con Queca.
MUERTE. Tras un grave deterioro físico palpable en los últimos años, el cantante moría víctima de un cáncer de pulmón el pasado miércoles.

Antonio Vega

BENJAMÍN PRADO 28/04/2005

Era cierto: lo que no hacía la realidad, lo hacían las canciones y por eso, en aquellos años, no importaba que tantas cosas fuesen mentira, porque a cambio eran hermosas, de ese modo en que lo es todo lo que empieza o acaba de noche y en los bares.
Ya lo decían los músicos de Nacha Pop en el gran himno de los años ochenta, Chica de ayer: "Luego por la noche al Penta, a escuchar / canciones que consigan que te pueda amar". A muchos nos ocurrió justo eso, y luego pasamos años maldiciendo las tres cosas: la chica, la canción y al bar, que solía ser, efectivamente, o el Pentagrama del que hablaba Nacha Pop, en la calle de La Palma, o La Vía Láctea, en la calle de Velarde, o cualquiera de los locales en los que había música en directo, básicamente El Sol y el Rock Ola. Pero ése es otro asunto y qué le vamos a hacer si lo que se anda por un callejón sin salida y junto a la persona equivocada, también es parte del camino. Así son las cosas.

Ahora, La Vía Láctea cumple 25 años y el autor de Chica de ayer, Antonio Vega, que la cantaba en Nacha Pop y volvió a hacerlo 10 años más tarde, otra vez por primera vez, en su primera obra fuera del grupo, El sitio de mi recreo, acaba de publicar un disco emocionante, a la vez bello y doloroso, que se titula 3.000 noches con Marga y está dedicado a la memoria de su novia, fallecida el año pasado. Sus composiciones se llaman Ángel de Orión, Pueblos blancos o Te espero y son certeras, hirientes e inolvidables, pero también son un síntoma de esos 25 años, del modo en que el tiempo corta y separa con sus cuchillos todo lo que parecía indivisible. Claro, un cuarto de siglo es mucho tiempo, que nos lo digan a cualquiera de nosotros, y el chico melancólico que nos hacía bailar ahora nos hace llorar. Son las reglas del juego.

No hay canción que no acabe por ser triste, porque todas acaban por ser, tarde o temprano, la banda sonora de lo que ya no está; pero el arte con mayúsculas -y 3.000 noches con Marga lo es- constituye una especie de pegamento que une lo que queda y lo que se ha perdido, acerca antes a después y consigue derrotar con la memoria al olvido.

Qué raro, de todas las maneras, que este Madrid del siglo XXI se parezca tan poco a aquel Madrid de la época de la movida, que La Vía Láctea cumpla 25 años, que Antonio Vega tenga que escribir sus / nuestras 3.000 noches con Marga y que, de algún modo, esas canciones hablen de todo eso a la vez. Las cosas que se pierden se vuelven importantes, como podría decir algún bolero. Y qué.

Del Madrid de los años ochenta -qué vértigo, pensar que habría que añadir "del siglo pasado"-, no queda mucho, en ningún sentido. Ahí están, contra viento y marea, La Vía Láctea, el Pentagrama o El Sol, en la calle de los Jardines, pero muchos de los lugares de donde salió aquella especie de fogonazo han cerrado y, sobre todo, la energía que lo provocó fue apagada con la política policial que se llevó a cabo contra los locales de donde salía el cine, la música o la pintura que fijó el mito para la posteridad.

Todo un ejemplo de la capacidad corrosiva de los poderes públicos sobre la cultura, a la que se apoya raramente pero a la que se acosa y acusa de mil modos y con mil cargos distintos, hasta vencerla por derribo.

Porque en esta ciudad se buscaron todas las razones del mundo para cerrar los locales en los que se hacía música o se montaban exposiciones o se leían poemas, pero no se buscó ningún plan para salvarlos. Las prohibiciones no curan, como afirman los evangelistas del orden y el buen juicio: sólo matan.

Menos mal que el talento no se puede decretar ilegal ni se le puede mandar un inspector, no puede ser precintado ni convertirse en una hamburguesería, un bloque de apartamentos o una caja de ahorros, y gracias a eso, de toda aquella agitación de las aguas que fue la movida aún quedan algunas olas y uno puede aún echarse directamente al corazón una noche en La Vía Láctea o un disco como este 3.000 noches con Marga.

Lo que te da la vida, no te lo pueden quitar ni la distancia ni el tiempo, como dice Antonio Vega.
Felicidades, y ojalá todo volviese a empezar otra vez.

lunes, 22 de junio de 2009

El chico de ayer

JAVIER CUERVO

Antonio Vega buscaba dentro de sí mismo canciones inolvidables y encontró eso que se llama un himno generacional, es decir un hito para sus contemporáneos, una piedra que marcó "esto son los ochenta. Usted se encuentra aquí".
Como La chica de ayer nunca llegó a apagarse, para miles de personas de cincuenta años para abajo, cuando arranca el punteo se pone en marcha una letra indirecta, abierta y sincopada que cada quien ha llenado de distintos significados estrictamente personales, en los que se reserva el derecho de admisión.
Vega se explotó como se explota una mina, profundizando siempre y con la dinamita de las drogas introspectivas. Aunque hizo bien más cosas, su veta de mineral precioso eran las baladas semidesnudas, acompañadas por una guitarra de cristal, en las que las frases sugerentes armaban estrofas enigmáticas que cantaba con voz de finura amuchachada, afilada con eses de cuchilla y un trémolo en vilo, como vivió, como nos tuvo.
Pero la actividad extractiva siempre arruina el lecho. Las drogas fueron desfigurando a Antonio Vega hasta convertirlo en el zombi del joven que fue, con los playeros blancos de la prisa por desaparecer conectados con los ojos esquivos o asomados al pozo interior, donde estaban las salidas.
Acabó vistiendo el esqueleto por fuera lo que le aristó los rasgos y le talló el nudoso barroco de los dedos. Así convirtió su cuerpo en crónica y mapa de la variante oscura de los ochenta, unos años de fulgor y roña, neón y mugre, y acabó adoptando la postura del títere con hilos rotos.Oírle de nuevo era un placer y verle de vuelta, un dolor. No cabía pensar en que hubiera podido ser el dueño de todo y desolaba comprobar los estragos de la consunción, disco a disco, hasta quedar reducido a una cabellera completa que susurraba declaraciones con desinterés y canciones tristísimas hechas con poesía de humo y música de vidrio, de un intimismo que contenía todas las sensaciones e imágenes asociadas a la soledad.
Su afán solitario y su cancionero de soledades ha hecho mucha compañía.

martes, 16 de junio de 2009

Bonito homenaje a Antonio Vega en la Bumerang

Había que recordar al músico admirado, al compositor lánguido, al hombre triste desde hace años, al amigo en algunos casos. Por eso, varias bandas de Guadalajara se unieron para rendir homenaje a Antonio Vega. El 12 de junio, un mes justo después de que la mitad de Nacha Pop muriera.
La sala Bumerang fue el último lugar donde Antonio Vega tocó en Guadalajara. Un acústico que consiguió reunir a decenas de fans de toda la vida, que se sabían todas y cada una de las canciones. El comentario general era: “Está bastante bien”. Lamentablemente, sólo lo parecía. Pero el concierto fue muy bueno, lleno de fuerza, vital.Tanto es así que, ayer, antes de escuchar el tributo en directo, se pudo ver el vídeo del concierto que ofrecía el 22 de marzo.
No se llegó a llenar la sala, pero los que había eran buenos seguidores, incondicionales. El concierto repasó los temas más señeros de Nacha Pop.

Tras la nostalgia, llegó el momento de la celebración. Los temas compuestos por Vega, durante su etapa de Nacha Pop, fueron interpretados por grupos que llevan tiempo rindiendo tributo a bandas míticas del pop español de los 80, como La calle del Olvido (Tributo a los Secretos).Se sumaron al memorial los chicos de Luz Oscura, que tuvieron en Antonio Vega a un músico que confió en ellos y les ayudó a dar sus primeros pasos como profesionales. También, participaron en el homenaje Estudio 80, Secreto de Sumario y Los Escalones.
Una buena forma de recordar a uno de los músicos que más veces ha actuado en Guadalajara, casi siempre consiguiendo una buena entrada. Y es que, en Guadalajara, habrá mucha gente que le eche de menos y que rememore “La chica de ayer” pensando en alguna de las memorables actuaciones que el músico ofreció en la ciudad.

sábado, 6 de junio de 2009

La chica de ayer

ESTRELLA DE DIEGO 06/06/2009
Hay una edad rara en la cual, día sí y día no, te acuestas o te levantas con un amigo menos: la muerte gana. Y te parece extraño, porque es muy extraño aunque sea muy corriente, que no vayas a volver a ver jamás su cara ni a oír su voz. Y te das cuentas de lo rápido que se ha pasado todo ese tiempo: las cosas se van. Lo sabías de antemano, pero la ausencia presentida, la que luego se hace un peso enorme encima de la pena, deja claro que no hay regreso a lo que fuera.
Hace semanas Antonio Vega dejaba de estar. Con él se esfumaba una época completa, la del mítico concierto de Nacha Pop que, entonces también, se vivía como un acontecimiento, algo que se recordaría sobre los años. Con Vega se clausuraba definitivo el sueño ilógico de regresar allí entonces, exorcismo de que todo siguiera igual en nuestras vidas. Qué bobos, pensar que el presente sería largo.
Lo pienso -lo pensamos- y se me viene a bocanadas la tristeza con mis muertos de entonces, cuerpos acumulados como torre macabra. Escucho los compases que aún hoy hacen vibrar a una generación entera, la mía: loca de ganas de volver al Rock Ola o al Marquee o al fin del mundo, donde se llegue antes. Porque La chica de ayer es un himno al tiempo perdido, obra del que fue el más de Madrid, con su cara afilada, de inglés, de Artaud.
Lo pensaba el otro día paseando mi melancolía espesa por la exposición de La Casa Encendida, una joya donde pasar las hojas bajas -para la tristeza lo único que vale es una solución homeopática. Al lado de sus dibujos intensísimos, de sus autorretratos turbadores y sus papeles -estupenda la selección de Marta González y el montaje de Ángel Bados- aparece el escritor luminoso, guapo, atrapado por la cámara de Man Ray, el que rasgó la historia todas las veces que fue necesario, otro maldito en la historia que más circula.
Pero malditos nosotros que dejamos de meternos y dejamos de fumar para vivir hasta lo eterno o un par de días extra, lo que llegara antes. Malditos los que nos quedamos para ver que la vida no dura toda la vida, sino hasta el amanecer como mucho.
Amanece apenas y la noticia se vislumbra como un sueño abrumador. José-Miguel Ullán ha dejado de estar -también esta vez ha ganado la muerte. La inteligencia más implacable, la más audaz, el poeta más lúcido, el más ávido conocedor de la palabra queda entre nosotros como libros -sabe a muy poco... Ondulaciones, su "poesía reunida" que prologó Miguel Casado, desvelaba la gama indispensable de esa fuerza, visual también, en el trabajo de Ullán. El día de su presentación leyó los versos de un poeta americano y me olvidaba siempre el nombre. He olvidado preguntarle aquel nombre y se me agolpan en los amigos muertos las preguntas que no tienen respuesta. Pero me da no sé qué llorar pensando en esa forma suya de mirar a las cosas, con la distancia que da pasar la vida pensando en la palabra necesaria -lo escribió Eliot a propósito de ser poeta. Trato de distanciarme. La muerte, burlona, tiene al fin y al cabo algo de contratiempo, como los Contratiempos de Ullán: "Aunque cierres los ojos, ahí siguen / -en espigas tal vez mudados...". Ahí sigue José-Miguel, sonrisa esbozada -otro poeta guapo-.

domingo, 31 de mayo de 2009

Los penúltimos versos de Antonio

Antonio Vega se fue mientras un libro con sus canciones entraba en prensas: «¿Y si pongo una palabra?». Se acaba de publicar. Al hilo de sus penúltimos versos, Basilio Martí, colega y gran amigo, recuerda y homenajea al músico madrileño.

MANUEL DE LA FUENTE MADRID

El destino no sólo es caprichoso. Se empeña, también, en ser alevosamente cruel. Casi en la última décima de segundo más en la que Antonio Vega era recogido de este mundo por un nuevaolero coro de ángeles, un libro, un pequeño pero hermoso libro, entraba en prensas, dejaba que sobre la piel blanca de sus páginas se tatuaran un puñado de poemas: «Antes de que salga el sol», «Sentado al borde de ti», «Desordenada habitación», «El sitio de mi recreo»... Poemas que fueron el esqueleto verbal del preciso y precioso cuerpo musical de Antonio. El libro es «¿Y si pongo una palabra?» (Ed. Demipage), una primorosa edición que deja aspirar el personalísimo e intransferible aliento lírico del músico. David Villanueva, viejo colega del barrio del cantante, la Piovera, es su editor. «Llevaba detrás de hacer este libro mucho tiempo, es un proyecto antiguo -explica David-, porque quería acercar a la literatura la obra de Antonio».

Apenas unas horas antes, ese destino despiadado quiso que David se pusiera en contacto con Basilio Martí, teclista, antiguo periodista de raza, escudero y hombre de confianza humana y musical de Antonio en los últimos años, en las penúltimas horas. El editor quería localizar a Vega y anunciarle la buena nueva: el libro estaba a puntito. «Componía y tenía unas ideas preciosas», recuerda Basilio, colgado aún de la tristeza, por el jefe y sin embargo amigo desaparecido. «En sus bocetos se veía que se estaba volviendo como un alquimista. Hacía muchas versiones de cada canción, como variaciones sobre el mismo tema».
«No, desgraciadamente no le dio tiempo a ver el libro impreso -confirma Villanueva-. La idea era sacar el librito y hacernos unas risas; tampoco se trataba de hacer un libro del que hablara todo el mundo». Basilio Martí conoce bien al artista sencillo pero genial: «A veces nos cogía el toro a última hora. Como en la grabación de «De un lugar perdido». Era el último día de estudio y nos faltaban dos canciones. Entonces, mientras los músicos estábamos tocando, él se sentó encima de un «ampli», de un marshall, con un boli y un papel y escribió la letra de «Ser un chaval» en media hora...».

A lomos de la furgoneta (el segundo, si no el primero, hogar de un músico) Antonio se había acostumbrado en los últimos años, de bolo en bolo, de concierto en concierto, a ver una y otra vez los campos de España
Era la personalidad de un artista de los pies a la inquieta cabeza. La misma personalidad, el mismo suspiro genial que David Villanueva encuentra en su versos: «Quería que Antonio como poeta se distanciara y mucho de la movida, porque creo que él no tenía nada que ver. Él era como una peca en toda aquella blancura explosiva de la movida».

Espacio y tiempo de los poetas. Espacio y tiempo que juegan al ajedrez. Basilio Martí hace girar las manecillas de sus horas compartidas: «Antonio vivía en un tiempo distinto al nuestro, le gustaba apurar, estar entre la espada y la pared. No tenía ningún modus operandi y no le importaba estar luchando contra el tiempo. Si le sobraba, se ponía a elucubrar, como he dicho, como un alquimista. Y si iba muy apurado, pues se dejaba de coñas y lo hacía a última hora y de un tirón». A través del teléfono, la voz de Basilio se endulza cuando le viene a la cabeza ese Antonio «que era un tío muy divertido, aunque no de puertas para afuera. Pero en el local, con sus amigos, en los hoteles, no parábamos de hacer bromas y contar chistes».

A lomos de la furgoneta (el segundo, si no el primero, hogar de un músico) Antonio se había acostumbrado en los últimos años, de bolo en bolo, de concierto en concierto, a ver una y otra vez los campos de España. «Últimamente hacíamos muchos viajes y no paraba de hablar», cuenta Martí, convertido en eterno compañero de carretera y manta. «Le encantaba mirar por la ventanilla y empezaba a hablar, no sé, se ponía como machadiano con el paisaje. Pero no era un rollo paisajístico, era algo como metafísico, como si intentara concebir un paisaje interior. De hecho, los últimos escritos que me enseñó iban por ahí, aunque la verdad es que de siempre le gustó mucho hablar del espacio, del cosmos, del infinito, de la geometría, y en los últimos meses estaba más filosófico que nunca». Filosofía hecha canción: «Los pueblos blancos, calles empedradas, en el cielo una explosión dorada, a esta hora. A la hora de las sombras largas, cuando nacen los hechizos, se confunden vencedores y vencidos». Penúltimas palabras de Antonio, palabras que, como siempre, reconfortan el corazón de la tribu, alivian el dolor de la tribu.

sábado, 30 de mayo de 2009

jueves, 28 de mayo de 2009

La calle del olvido

Arancha Moreno. 28/05/2009

Han pasado dos semanas. Las flores se repartieron por todos sitios; Antonio Vega fue despedido como merecía: con muchas muestras de cariño, de los suyos y de los que alguna vez le sintieron suyo. De amigos y desconocidos. De conocidos e incondicionales, que, a pie de escenario, pasaron tantas veladas acompañándole todos estos años.
Las heridas comienzan a cicatrizar; a unos les costará más que a otros. Es lógico, ley de vida. Se hablará de él mucho tiempo; se le recordará en sus canciones; cada vez que alguien disfrute o descubra El sitio de mi recreo, Se dejaba llevar, Lucha de gigantes, Chica de ayer, Una décima de segundo, Anatomía de una ola, Estaciones, Tesoros, Elixir de juventud, La última montaña y otras tantas más. Algunos le recordarán también cuando descubran, en las estanterías de supermercados y tiendas, los discos de Nacha Pop, más presentes ahora aprovechando el suceso, como también está presente en muchas estanterías esa oportuna y oportunista colección de canciones ‘Antonio Vega 1980-2009’, anunciada a los medios la misma tarde de la defunción de Antonio, y publicada tan sólo tres días después. También le encontrarán en los famosos politonos, donde nunca incluyeron una canción suya hasta ahora. Y en muchos lugares.
Hay un sitio donde se le recordará físicamente, un lugar cercano al Penta, la confluencia de calles de Malasaña, entre Fuencarral y la Corredera Alta de San Pablo. Allí rezará el cartel con su nombre, la plaza de Antonio Vega. Lo votaron todos los grupos del Ayuntamiento de Madrid, por unanimidad. Se lo merecía, ¿verdad?
Algo me ronda la cabeza desde entonces, algo que seguramente habrá rondado otras muchas cabezas, pero que aún no he visto escrito en ningún lado (tal vez lo esté). Muchos hemos retrocedido diez años en el tiempo, y nos hemos acordado del último noviembre de los años 90, el noviembre que perdimos a Enrique Urquijo. Creo que entonces no era tan consciente de quién se iba, pero lo fui con el tiempo. Le descubrí con sus canciones, sus secretos y sus problemas, y le admiré. Me emocioné con Ojos de gata, Pero a tu lado, La calle del olvido, Y no amanece, Agárrate a mi María, Buena chica, Colgado, Otra tarde y el Déjame. Y luego buceé en muchos sitios, en internet y en libros. Leí sobre el tema. Leí esas partes oscuras que le sacaron a Enrique, y que han intentado sacarle a Antonio algunas veces (y que por desgracia, quizá acaben saliendo). Noté el cariño que se le sigue teniendo en muchos sitios, un cariño similar al que se le tiene a Antonio. Dos personas muy especiales, con mucho talento, mucha magia, mucha sensibilidad y una obra increíble, que nos acompañará siempre, y de la que aprenderemos durante mucho tiempo.
Pasé por aquel portal, el número 23 de Espíritu Santo, donde encontraron a Enrique. Y me pregunté porqué esa calle no se llamaba Enrique Urquijo. Me pregunté porqué no habían llamado Enrique Urquijo a ninguna de las miles de calles que tiene nuestra ciudad, a las que muchas veces ponen nombres absurdos. Me pregunté por qué motivo, cuando se fue Enrique, no hubo ni propuesta en el ayuntamiento, ni unanimidad. Me pregunté porqué, y la respuesta que me vino a la cabeza no me gustó nada. Creí que los homenajes eran una muestra de gratitud hacia la obra que nos dejaron, pero parece que también tienen que ver con las distintas formas de marcharse, que por cierto, ninguno eligió. Me pareció triste esta distinción.
Ojalá pronto pueda recorrer la calle de Enrique Urquijo. Y que esté cerca de la de Antonio, para que estén juntos.(comentar noticia)-->

miércoles, 27 de mayo de 2009

ANTONIO VEGA: MI CABEZA DA VUELTAS PERSIGUIÉNDOTE

Me asomo a la ventana y no estás, Antonio Vega. La luz de la mañana entra en la habitación, los ecos de tus canciones no paran de sonar en todas las emisoras. Todo el mundo está sorprendido de las colas que se formaron en La Sociedad General de Autores para darte ese último adiós. Allí estaba la chica de ayer jugando con las flores de tus coronas. Tu cabeza da vueltas inventando canciones en el más allá. Me asomo a la ventana a contemplar las estrellas de Mayo. A los que hayan llegado demasiado tarde le quedan tus discos. Desde nuestro Blog te hacemos un pequeño homenaje. Has partido y nos has roto un poco más el corazón. La vida es una lucha de gigantes y algo salvaje, a veces. Nos hiciste sentir la fragilidad. Ahora ya en la enormidad podremos escuchar tu voz y tropezar con tus canciones. Hemos ahuyentado a los fantasmas terribles de nuestro miedo. Nacidos en la frontera entre lo que hay dentro y lo que hay fuera, así son los poetas y los artistas, crecen a medio camino entre lo mundano y lo divino, con los ojos puestos en lo inalcanzable, en lo inexpugnable, buscando canciones que iluminen la noche oscura.

En la esquina de esta calle larga de Catabois caminamos a grandes pasos sin rumbo fijo a modo de duelo. No conseguimos olvidarte, ni lo queremos. El azul del mar se mezcla con el gris del duelo. Nos dejamos llevar por ti, esperamos por ti. Sentimos el temor azul de las preguntas por la inmortalidad. Nos dejamos llevar por ti. Avisamos a nuestros alumnos de los peligros acechantes que vencen a los grandes poetas a la vuelta de la esquina. Esos peligros que los vuelven inmóviles y grises de los pasos en falso.

Queremos decirte hasta luego y no adiós. Ha de haber un lugar para encontrarnos en el tiempo que viene, un bar donde se confundan nuestros sueños. Es el momento de escucharte y derretir el hielo que intenta enfriarnos. Las noches que vienen estarán un poco más oscuras. Soportaremos esta pequeña condena. No creemos en más infierno que tu ausencia. Paraísos sin ti, los rechazamos.

La luz de tu ventana entra en todas las clases; se filtra entre los libros de la biblioteca; recorre nuestros pasillos silenciosos. Nuestra pena se comporta como una chica solitaria que no tiene con quien hablar. No hay nada mejor que imaginarte iluminado por una luz indescriptible. Por favor, allí donde estés, no dejes te cantar a los colores vivos de las flores. Por hoy es suficiente. Queda recordarte, vivo y sin temores, mientras, a nuestro lado crecen los árboles de tus ilusiones. Nunca es demasiado tarde para comprender. La luz de la mañana entra en nuestra habitación. Mi cabeza da vueltas persiguiéndote.

Jose Rodal.
Publicado por Cataboisbiblio en 10:52

«¿Y si pongo una palabra?»

Antonio Vega. Editorial Demipage (Madrid, 2009). 83 páginas

POR MANUEL DE LA FUENTE
Publicado Miércoles, 27-05-09 a las 09:36
Cuesta mucho que a los cantores populares se les haga un hueco, por pequeño que sea y por muchos que sean sus líricos méritos, en el paraíso de los poetas. Pero sin ellos, sin estos trovadores y juglares, la poesía de todos los tiempos y la de los últimos cien años no habría sido la misma. A menudo, los árboles de una buena letra se pierden en la contemplación del bosque de una gran, magnífica canción. Pero el pop y el rock están impregnados de delicados estribillos, de versos cargados de intención, de rimas que conmueven y remueven emociones y sentimientos como si estuviéramos ante las rimas del Dante. Los versos de una canción son también nuestra memoria sentimental, el mapa de nuestra peripecia vital. Nos acompañan y confortan en la soledad, nos consuelan en el desamor, nos motivan y nos espolean en la alegría y la felicidad. De todo ello hay en el cancionero de Antonio Vega. Apenas una semana después de su muerte, ha querido una fatal carambola del destino, una triste coincidencia que se publique "¿Y si pongo una palabra?", un libro en el que sus canciones son presentadas como auténticos poemas. Tratadas como tal, mimadas por una excelente edición, acariciadas por una hermosa tipografía.
Un beso, colega, seguro que los ángeles ya estarán pensando en plagiarteLetras inmortalesDavid Villanueva, antiguo amigo de Antonio ha sido el timonel que ha pilotado este barco de los versos del autor de "Una décima de segundo". "He querido –dice Villanueva- alejarle de la nostalgia y de toda la onda de la movida, acercarme a él literariamente. Todavía habrá que esperar a que pase el tiempo para que se hable de su obra como una creación suya, exclusivamente suya y auténtica. Sus versos son atemporales y sus letras van a envejecer muy bien". Antonio Vega escribía con los mismos trazos que se dibujan las nubes. Escribía con el perfil del aire, con la estilográfica del rocío: "Es que no hay nada mejor que componer, sin guitarra ni papel". Un beso, colega, seguro que los ángeles ya estarán pensando en plagiarte.

http://www.abc.es/20090527/cultura-literatura/pongo-palabra-200905270936.html

Bosco Ussía confirma que seguirá adelante con las memorias de Antonio Vega

Bosco Ussía ha confirmado a Arancha Moreno en CVB Radio que seguirá adelante con las memorias de Antonio Vega. Un proyecto en el que estaba trabajando junto al artista desde enero de 2005, y que ahora se complica mucho con el fallecimiento de Antonio Vega. Sin embargo, el escritor e hijo de Alfonso Ussía, está convencido de que tratará de llevar a buen puerto el proyecto: "La responsabilidad es enorme, y hacer un libro que no le desmerezca es una tarea complicada. Es un libro que él debería haber escrito".
El escritor ha confirmado que durante estos últimos años ha estado trabajando junto a Antonio Vega, grabando multitud de recuerdo en cintas y anotaciones, y realizando el trabajo sin la presión de una fecha, con mucha calma. Sobre la posible salida del libro, Bosco Ussía afirma que piensa esperar lo necesario, hasta que “pase el morbo” de estas fechas en las que la muerte del artista está tan reciente, aunque no descarta que pueda ver la luz en torno a la próxima Navidad.En cuanto al título el escritor cuenta con varias opciones. Uno de los que propuso Antonio Vega, “La leyenda de los hombres” –en alusión a un cuento del mundo-, que se barajó inicialmente como título, podría ser finalmente el subtítulo de estas memorias. En cuanto al contenido, Bosco Ussía afirma que se trata de reflejar a Antonio Vega visto por sí mismo, aunque también hay tiempo para recordar los inicios musicales del artista, o sus días junto a Nacho G. Vega en Nacha Pop.“No era una persona melancólica ni autodestructiva, era una persona muy optimista", ha subrayado Bosco Ussía durante la entrevista, después de destacar que Antonio Vega era una persona muy cultura, exigente y humilde. También ha reconocido que al artista no le gustaba nada hablar sobre los momentos más tristes, como la pérdida de Marga del Río o la muerte de su amigo Enrique Urquijo.
Esta interesante entrevista a Bosco Ussía puede escucharse o descargarse al completo en este enlace.(comentar noticia)-->
http://www.popes80.com/noticias.php?id=1455

martes, 26 de mayo de 2009

Antonio Vega

J.A.M. La muerte de Antonio Vega ha significado una inmensa tragedia y un drama para la música compuesta e interpretada en español. Una tragedia en primer lugar para su familia, para sus más allegados, para los músicos de sus bandas, para todos los músicos que componen en español, para su primo Nacho, para los que le conocimos, pero también para los miles de seguidores apasionados y fieles que tenía por el mundo. No por anunciada, su muerte deja de ser una amputación de un órgano muy hondo, muy escondido en el pecho, allí donde muchos dicen que está oculta el alma.Porque Antonio componía para el alma, para donde de verdad se debe componer y crear, el resto es engaño, entretenimiento, ausencia de verdad. Componía y, sin querer, te ponía la piel de gallina, te hacía sentir cosas y sensaciones que otro intérprete era incapaz de conseguir. El creador que fue Antonio, el artista que habitaba en él, trascendía estrictamente de lo musical. Su obra; letras que eran auténtica poesía, poesía sugerente, de la que te llega al fondo, de la que te hace sentir, una música vibrante, envolvente, intensa, a veces rabiosa, otra desesperada. Su voz era un lamento, un susurro intenso, no simulado. Su legado ha sido reconocido no sólo por los aficionados sino también por los músicos y cantantes, incluso por los más grandes que ha tenido este país.Juan Manuel Serrat, en su última visita a Tenerife, dijo, tras preguntarle su opinión por la versión que Antonio había hecho de su Romance del Curro, el Palmo, que le había encantando y destacó el repique de tacones auténtico que Antonio introduce en su versión. Serrat debió pensar que el fraseado del estribillo de la canción era simplemente genial, "hay mi amor, sin tí no entiendo el despertar, ay mi amor, sin ti mi cama es ancha"; era tan cálido y auténtico como en su versión original. "Antonio Vega es un tipo genial pero con mala suerte", espetó de repente Serrat en una rueda de prensa en el Auditorio de Santa Cruz de Tenerife, quizá pensando en Marga, la mujer que amó a Antonio y que murió tras componer sus 3.000 noches con Marga. Antonio Vega era realmente genial, se descubrió a finales de los 70 en el concierto que Nacha Pop ofreció como telonero de Siouxie and the Banshees, en el teatro Barceló de Madrid, hoy Pachá. Antonio ya se descubrió entonces como un tipo especial, introvertido, tímido y al que se le notaba que vivía un volcán en su interior.Antonio, que había estudiado en el Liceo Francés de Madrid, en el mismo que estudió Miguel Bosé, se asoció con su primo, Nacho García Vega, para formar Nacha Pop. Nacho era un chico completamente diferente a él; vital, extrovertido, un joven que desprendía energía a raudales. Entre los dos se complementaron y crearon uno de los grupos más significativos de la new wave madrileña, luego rebautizada como movida madrileña por donde pululaban Gabinete Caligari, Radio Futura, Alaska y los Pegamoides, Glutamato Ye-Yé, Décima Víctima, Aviador Dor, entre otros. En una de sus últimas visitas a Tenerife, cuando actuó en el Auditorio, Antonio habló de su estado de salud, de cómo estaba recuperándose de la muerte de Marga y de su obsesivo amor por los gatos. Cerró su intensa actuación interpretando Ángel caído, la canción que dedicó al pintor holandés Van Gogh, y Una décima de segundo, uno de sus himnos musicales y que ha sido versionado por Luz Casal, Emilio Aragón y por Beatriz Luengo, entre otros artistas. Antonio Vega comenzó a ser conocido gracias a los locutores que estaban en esa época (finales de los 70 y principios de los 80) en Onda 2 de Radio España, desde donde se impulsó a la movida madrileña: Rafael Abitbol, Juan de Pablos, Gonzalo Garrido, y Mario Armero. Nacha Pop representaba el pop renacido tras el punk, la canción directa al corazón y con la que te identificabas. (La chica de ayer ha sido la mejor canción del pop español en los ochenta y El sitio de mi recreo, la mejor canción de los noventa, así se lo reconocieron los premios Ondas). Antonio Vega componía canciones con palabras de las que podrías estar hablando horas y horas. Cada estrofa suya es como un haz de luz sugerente del que se pueden sacar muchas visiones, muchas lecturas. El mismo reconocía que muchas de las versiones que se sacaban de sus letras, él no se lo había planteado. Los analistas de sus letras y de sus metáforas sacábamos cosas que el propio autor no se había planteado. En la canción Lucha de gigantes, por ejemplo, revela para muchos la lucha de dos gigantes; Antonio Vega y su adicción de la que no se podía liberar. No pudo disimular que "había pasado sin tropezar" y que había sido absorbido por el "monstruo de papel". Al intenso y demoledor texto de Lucha de gigantes, se unen unas guitarras envolventes, obsesivas, que deslumbraron al director de cine mexicano de Amores Perros y la incluyó en su banda sonora. Su guiñó al caballo se plasma también, para otros observadores de la poesía de Antonio, en su tema Se dejaba llevar, que después popularizó Ketama, con lo que la música de Antonio entró en el reino flamenco, en el mundo de los gitanos. Comenzó componiendo unos textos más juveniles, más de historias de adolescentes que se escapaban de sus casa, Atrás; de noches de juerga y alcohol, Antes de que salga el sol, de amores imposibles, La chica de ayer, y todo ello producido por Teddy Bautista. La influencia de su primo Nacho en la banda, Nacha Pop, con su vitalidad, con sus composiciones más eléctricas que acústicas fueron mal digeridas por Antonio Vega. Este se encerraba cada vez más en su mundo, en su volcán, en sus adicciones, y en 1988 acordaron disolver Nacha Pop. Un año más tarde, en 1989, Antonio publicó en solitario No me iré mañana, producido por Carlos Narea.Ahí comenzó un Antonio más de culto, capaz de sacar la voz como un lamento, de expresar todo lo que guardaba en Nacha Pop. Su mérito, y por lo que se le recordará, es por haber sido él mismo, por tener su propia voz; sus contradicciones, sus debilidades y expresar con su lamento su verdad: "Sólo al final tiene sentido la soledad, cuando el silencio es total". Es difícil encontrar otra músicos, otro intérprete, otro poeta que aglutine tantos amores y de tan distinto signo entre los propios músicos. Las canciones de Antonio han sido versionadas por mitos del rock callejero como Rosendo, por estrellas del pop como Enrique Iglesias, por flamencos como Ketama, y en todos los estilos y lenguajes musicales, Antonio sonaba bien. Además, Antonio ha versionado, y ha mejorado, temas de Los Chunguitos, de Amaral, de sus gran amigo Enrique Urquijo, de Antonio Flores, de Jarabe de Palo, y de tantos otros. La última vez que Antonio vino a Tenerife lo hizo a La Laguna, a un concierto acústico de los que solía hacer por España. Su deterioro era cada vez más evidente pero sus canciones seguían siendo dirigidas al alma, para donde siempre las compuso.Descanse en Paz.

http://www.laopinion.es/secciones/noticia.jsp?pRef=2009052500_24_221646__2C-Antonio-Vega

Antonio Vega: el eterno ausente

25-05-2009

Las poéticas letras de 27 de sus musicales obras se reúnen en ‘¿Y Si Pongo Una Palabra’, un libro nacido en los últimos días de vida del artista. Un bello y romántico tesoro para los amantes de la poesía intimista de alta calidad.

Antonio Vega
Ya en 1991 para el programa televisivo Top Madrid, en la presentación de su primer LP ‘No Me Iré Mañana’ confirmó su deseo de editar un libro con escritos, extractos y letras de canciones que le gustaría, si no explicar, por lo menos sí traducir al lenguaje de prosa.

El excepcional músico llegó subido a una nueva ola que bañó de ingente virtuosismo pop las playas de la movida madrileña. “Andar sin avanzar, caminar, tropezar, beber otras diez, madrugar y no llegar, ¿quién tiene prisa en verme llegar?”, era la letra de 'Grité Una Noche', del disco 'Dibujos animados' (1985), el 5º con su primer grupo Nacha Pop.

En la frontera entre lo que se ve por fuera y lo que hay por dentro, el niño portavoz de su conciencia al que nunca sació la fiesta perpetua, siempre ha tenido una imaginación asombrosa, sabiendo alcanzar estados de ánimo abismalmente profundos. Posee Antonio Vega la imperfecta virtud de generar en todos los mismos sentimientos, desfalleciendo en un sin fin de esfuerzos por hacer comprender el arte, y lo que se siente con él en las manos y en la cabeza.
El arte en la vida, se reduce a la fragilidad. Los artistas de este talento siempre serán recordados; son inmortales. Grandes hombres frustrados. Artistas cabizbajos. Amantes tormentosos arrastrando una turbulenta existencia por sentir su arte.

“Cuando conozca tu alma pintaré tus ojos” oraba Modigliani. Pues Antonio Vega no era ningún desconocido para sí mismo, y simplemente se dejaba transportar adonde le llevase la inspiración con los ojos cerrados, adonde el murmullo pareciera hablar, al escenario de su recuerdo, de su recreo, donde silencio, risa y cordura otorgasen aliento a su locura, a su música, y a su prosa.
Porque era un gran letrista, pero además de un alma sensible, humana, a veces desesperada, y en ocasiones calma. Se desnudaba a través de misteriosas letras que despiertan empatías brillando con una profundidad hiriente. Su legado se halla repleto de frases que hacen darle vueltas al sentido de todos los inadvertidos aspectos del propio ser. Tal sentimentalismo cósmico que percibía uno en sus entrevistas en las que cartas boca arriba hacía mirar el alma y apostar. Inquietud. Transmitía desconsuelo. Ese que sólo los genios saben convertir en obras maestras gracias a su creatividad, a su rico mundo interior. Y hoy en día no hay muchos.

“Con las manos tan llenas, cada día más flacos”, cantaba en 'Aunque Tú No Lo Sepas' Enrique Urquijo, su muy cercano colega. Quien tuvo un importante papel en un homenaje monográfico con el que algunos querían dar por extinguido al poeta expresionista, cuyo físico reflejaba lo contrario de la fuerza vital que poseía dentro. ‘Se Dejaba Llevar Por Ti’ es su composición más clara sobre el mundo de las drogas, las cuales agudizaban los elevados ángulos de su cara, paradigma de una fragilidad evidente. Desgraciadamente la vida que llevó le ha pasado factura, aunque quizá de no haberla llevado no hubiese llegado a ser quien ha sido. Paradojas del ser humano.

¿Débil? ¿Caída? ¿En picado? ¿Lástima?, cuán atrevida es la ignorancia J…R, qué demagoga y conformista es la España profunda. O por lo menos se distingue un trabajo extenso, una idea clara, y una potente manera de hacer llegar a un genio difícil de mostrar al público.

Todo eran rumores que corrían como la pólvora enalteciendo el mito del icono del pop español. Parecía adentrarse aún más en un pozo sin fondo. Y en aquel momento apareció Marga del Río, que luchó con él cuando más lo necesitaba. Fue en la tempestuosa grabación en Palma de Mallorca de 'Anatomía De Una Ola'. Se convirtió en su mujer, amiga y confidente, su mano derecha. De ella ha dicho que le enseñó "cosas" que no pudo rechazar. "El cambio que produjo Marga en él fue espectacular. Ganó una fuerza increíble", aseguraban desde su entorno. Pero ella falleció.

El genio post-impresionista Van Gogh pensó que debía creer en Dios para soportar tantas desgracias, en cambio Antonio Vega se sumergió en un mar de odas a su amada dando como resultado el disco ‘3000 Noches Con Marga’. "Él ha sido siempre una persona muy libre con una forma única entre el caos y la poesía. Ahora está centrándose en algo que quiere y por eso todo va muy pausado. Es su total responsabilidad" declaró su primo durante la grabación del mismo, y, “es una liberación incluso de mí mismo”, comentó el artista en la presentación.

Enmudecido el público, volvió a saborear esa estremecedora voz más cercana al alma que a la garganta. En su particular estado de gracia, de sus manos floreció ese fuego perpetuo que siempre le ha flanqueado, unos dedos fieles, fulminantes, con una energía a la que su físico negó el acceso hace tiempo. La úlcera resultante le dolía menos que sus ojos, siempre contraídos por la decepción y la impotencia. Penó, y resistió, lo que pudo sobrellevar su menudo cuerpo.

Ésta ha resultado una muerte ajena que se siente como propia, la pérdida de un espíritu libre e independiente, que no se identificaba con ningún grupo, tendencia o maestro. Inigualable. No se explican las razones de su comportamiento disoluto y desordenado, sus intereses artísticos, las concepciones que definen su arte, las aspiraciones que le movieran, su interacción con el resto de compositores. Se trata de otro ser confuso, alienado por sí mismo, huidizo voluntario de la cotidianidad, al que el monstruo todavía persigue en pesadillas.

Modigliani no vendió un cuadro en vida, pero apenas un par de horas después de morir, los tiburones devoraron su obra, el dolor de su sombría y desesperada existencia se refleja también en las estilizadas esculturas de cabezas femeninas que hicieron flojear a mil rodillas en su presencia. Y qué decir de la obra de Van Gogh, que recibió su primer gran impulso once años después de su muerte, y vendió un único cuadro en vida de sus más de 1700 obras, algunas de las cuales han llegado a ser adquiridas no hace mucho por 82,5 dólares.

Quedan "pintados" como talentos huérfanos y desheredados, sin rumbo ni suerte, nada que sostenga su descentrada vida, bohemios amantes del amor y los excesos, de la lluvia y el arte, pero solos y nada más que solos. Es, una metáfora de tipos humanos hoy día infrecuentes, casi extinguidos, pero embriagadoramente fascinantes, encantadoramente atractivos.

Estos hechos describen el género humano y la podredumbre que suele caracterizarlo, calculadamente cruel resume muy bien el negocio del arte: el desprecio por el artista y por la propia obra, contemplada como objeto decorativo de relumbrón social y no como ese compendio de ideas y sensaciones que es. El arte tiene aún algo que decir, sigue vivo, es vida en sí mismo.

Representantes de tiempos que ya nos son totalmente irreconocibles, ajenos, en los que el arte contenía en sí la utopía, la esperanza, se han ido. Pero el arte todavía es vida, trágica a menudo, pero vida, y no una triste pantomima cuando no una gran estafa como sucede.

'¿Y Si Pongo Una Palabra?' reúne 27 de los mejores textos de Antonio Vega
MÁS ALLÁ DEL BIEN Y DEL MAL

No nos sorprenderán los “amigos” del artista que ahora aparezcan incluso de debajo de las piedras contribuyendo a una horrenda mitificación de homenajes y tributos. Aquí se presenta la materialización de un sueño, una edición literaria, el resultado de años de dedicación para aunar los versos más bellos del artista. Se autodefinía poeta, sopesando la dificultad del castellano escrito sin caer en lo cursi o intrascendente.

No es un producto oportunista como todo lo que prontamente se nos avecina, se trata de una iniciativa con la que el músico se mostró muy ilusionado cuya distribución comenzó antes de que expirase su último halo, quizás no quería dejar asuntos pendientes, fiel a su reputación de hombre de palabra, discreto y humilde. La lucha de gigantes llegada a su fin nos transmite a mundos más sensibles, de paz. Se fue en una décima de segundo sin hacer apenas ruido, pero habiendo trascendido, y el sitio de nuestro recreo, ahora está vacío. Nos sentíamos tan tristes y a la vez tan intensamente vivos, que ahora, muerta la tristeza, ya no sabemos lo que sentir.

"Y pasó tanto tiempo que llegué a ver sombras en color Y pasó tanta gente por delante que nadie me vio."
‘Esperando Nada' - Antonio Vega.

CONTENIDO:
El circo Antes de que salga el sol La chica de ayer Brillo perdido Enganchado a una señal de bus Luz de cruce No puedo mirar Una décima de segundo Escala real Sentado al borde de ti Lucha de gigantes Desordenada habitación Esperando nada Tesoros Háblame a los ojos La última montaña Mis dos amigos Océano de sol Palabras Cierto como imaginar Hablando de ellos El sitio de mi recreo La hora del crepúsculo Ángel caído Agua de río Seda y hierro Pueblos blancos
Terra Música - Violeta Sánchez

¿Y si pongo Antonio Vega?

Le editorial Demipage ha publicado un libro con las letras de las canciones de Antonio Vega. Ya lo adelantó Benjamín Prado en su artículo "homenaje" al cantante, y es que Benjamín Prado es el prologuista: "Hace unos meses, la editorial Demipage me propuso escribir un prólogo para un libro en el que iba a publicarse una antología de sus canciones y, tengo que confesarlo, si dije que sí fue por admiración, pero también porque estaba seguro de que ese libro iba a ser una puerta hacia él[...]"

Sigue a Antonio Vega y sabrás qué ha encontrado en sus canciones.

Por Benjamín Prado. Marzo 2009. Editorial Demipage. (Extracto del Prólogo).

A Antonio Vega se le perdió algo y tuvo que hacerse compositor para ir a buscarlo dentro de sus canciones. Sus discos cuentan la historia de esa búsqueda, y aunque todo el mundo sabe que escribir es mentir, él escribe tan bien que cuando los escuchas tienes la impresión de que te cuentan la verdad, que es exactamente lo que ocurre con todos los poetas en quienes merece la pena confiar. Verdad y poeta son palabras tal vez demasiado solemnes, de manera que quizá sería mejor matizarlas: donde decía verdad podemos poner su verdad, y poeta lo podemos cambiar por poesía, porque Antonio Vega no escribe poemas, sin canciones, pero sus canciones están llenos de versos memorables y, sobre todo, tienen el ambiente de la buena poesía, éstán hechas de palabras esenciales y no están construidas para flotar en la superficie de las cosas sino para descender hasta su fondo. Son canciones que no existen porque tienen algo que decir. Lo cual puede ser obvio, pero no es tan habitual, y no hay más que poner la radio para darse cuenta.

Antonio Vega era compositor y cantante, y a la mano del primero le viene muy bien la voz del segundo, ese brillo oscuro que tenía su tono y que el multiplicaba con su manera de interpretar las canciones, gracias a esa especie de emoción hacia dentro que las hace a menudo estremecedoras.

Leyendo ahora las canciones de este libro, el tamaño de Antonio Vega como letrista aumenta, y para el lector habitual de poesía es sencillo ver el trabajo minucioso que hay detrás de muchos de sus textos; su batalla por la palabra justa o la asociación inesperada, por desordenar las cosas que se oyen, agrupar los silencios y ver cada cosa a su escala real, como él decía; su capacidad para construir metáforas como el químico que elabora un perfume, logrando como por arte de magia que lo más grande quepa en lo más pequeño y la historia de muchos se pueda resumir e una línea; o, finalmente, su empeño en encontrarle otro lenguaje a las canciones, más allá de los caminos conocidos, los ecos fáciles o las rimas cómodas. La inspiración es el último recurso de los malos escritores, los buenos le ganan su versos al diccionario, combatiéndolo página a página. Dicho eso, ya se puede decir todo lo contrario y que las dos cosas sean verdad: cuánta inspiración parece haber en sus temas más brillantes, qué momento de gracia parecen haber captado a veces sus discos.

Un buen poema es siempre el mapa de un tesoro, la crónica de la aventura que sirvió para descubrirlo. Este libro es una buena noticia para los lectores de poesía, y eso o es algo que se pueda decir de demasiada gente."

Las canciones que nos roba

Benjamín Prado llamó a Juan Urbano y estuvieron hasta el amanecer escuchando los discos de Antonio Vega.Poesía y música siempre de la mano, y hoy también, del corazón.

Qué se ha muerto con Antonio
Por Benjamín Prado. El País.

Las cosas han cambiado y ahora los periódicos llegan a los quioscos después que las noticias; pero aunque ya no estén ahí para decirnos lo que ha pasado, sí pueden ayudarnos a comprender lo que eso significa. Por ejemplo, todos sabemos que el compositor Antonio Vega ha muerto, y que además tuvo su muerte, la que a él le tocaba, por resumirlo con las mismas palabras que Rafael Alberti le dijo a Federico García Lorca, sólo que dadas la vuelta. Pero, ¿qué es lo que se ha muerto con él, con ese chico eternamente joven que "abría la boca y eran ángeles", según ha dicho Álvaro Urquijo, la mitad de Los Secretos que queda a este lado del más allá? Es cierto, le oías cantar y pensabas que Nietzsche tenía toda la razón del mundo cuando escribió que si no existiera la música la vida sería un error.Antonio Vega siempre fue una leyenda oscura, uno de esos artistas de cuya vida se habla en voz baja y para compartir un secreto con quien te escucha, alguien que también sabe, o merece saber, que se trataba de una de esas almas torturadas que sólo saben moverse para huir y siempre caminan por el lado salvaje de la ciudad, según lo llamó de una vez por todas Lou Reed. Un camino rápido pero corto, que para él ha durado sólo 51 años, maldita sea. No sé si en el último momento habrá pensado en la cantidad de canciones que nos roba, marchándose tan pronto.

Lo que se muere con Antonio Vega es un momento irrepetible de la vida de esta ciudad, aquel Madrid de la movida donde mucha gente huía de las sombras pegajosas de la dictadura sin una bandera en la mano, sino con una botella, un cigarrillo de marihuana o un disco que tuviera dentro la banda sonora de la libertad. Contra las prohibiciones, los lápices rojos de los censores y la moral hipócrita que había hundido el país un siglo más abajo de su época, toda aquella gente que de pronto salió a la calle con el pelo pintado de naranja, los pantalones rotos por las rodillas y un pendiente clavado en cualquier parte poco habitual. Por las calles, la ropa con la que se vestían los jóvenes tenía la misma función que el destape en los cines. A base de empezar a permitir la rareza, España empezaba a ser normal. A fuerza de respetar lo que es distinto, empezamos a ser como todos.

Pero no hay paraíso sin manzanas envenenadas, y en el Madrid de las noches felices se coló primero el fantasma de la heroína, y después el horror del sida. Muchos se dedicaron a juzgar y condenar a sus víctimas, en lugar de ayudarlas, y la epidemia se llevó por delante a otros muchos, que no supieron entender a tiempo que aquel tobogán desembocaba en una tumba.

La música de Antonio Vega fue, de algún modo, el himno de toda aquella fiesta bordeada de drama. Yo nunca lo llegué a conocer, cosa verdaderamente rara en este mundo pequeño de los poetas y los cantantes, y de hecho sólo lo vi de cerca una vez, entrando en el Pentagrama, delgado, lento y con una actitud de arrogante tímido.

Hace unos meses, la editorial Demipage me propuso escribir un prólogo para un libro en el que iba a publicarse una antología de sus canciones y, tengo que confesarlo, si dije que sí fue por admiración, pero también porque estaba seguro de que ese libro iba a ser una puerta hacia él: ya me veía en la presentación, y casi estaba tocando los cubiertos de la cena que íbamos a compartir después, cuando el mismo editor que me había encargado el trabajo, porque hace tiempo leyó un artículo mío sobre el músico, publicado en este mismo periódico al editarse el maravilloso y terrible 3.000 noches con Marga, volvió a llamarme y me dio la mala noticia: "Antonio Vega ha muerto".

Anoche, llamé por teléfono a Juan Urbano y hemos estado hasta el amanecer escuchando los discos de Antonio Vega y lamentando el modo en que después de la heroína y el sida llegó la derecha, enterró a Tierno Galván por segunda vez, cerró los locales y apagó las luces de los escenarios. Tenía tanto talento este joven madrileño que nunca se separó de ninguna de las dos cosas, ni de Madrid ni de su juventud, que es evidente que sólo se ha muerto lo justo, lo que hace falta para no poder volver a salir a la calle, mientras que su música se queda de este lado, igual de viva, igual de profunda. Ni Juan ni yo pensamos caer en el tópico de decir que Antonio Vega es la voz de toda una época. Pero la única razón por la que no lo hacemos es ésa.
http://benjaminprado.blogspot.com/2009/05/las-canciones-que-nos-roba.html

lunes, 25 de mayo de 2009

Antonio Vega alcanza el número 5 de los discos más vendidos en España

Sunday, 24 May 2009 12:39

Muerto Antonio solo hacían falta tres días para que un recopilatorio sobre su obra viese la luz. Casualidad u oportunismo, no lo sé, quizás simplemente esos lindos pajaritos de cabeza calva esperaban sobre la rama a que la gallina de los huevos de oro expirase para después de exprimirla, devorarla.

Quizás haya sido para mejor, ahora Antonio ha pasado de ser el jonko que compuso la canción de Enrique Churches, a saber, quitando a los freaks a ver cuántas quinceañeras no se habrían abierto las carnes defendiendo la autoría de la canción de marras por el hijísimo...

Y sí, no negaré que Antonio fue profeta en su tierra, al fin y al cabo en los últimos años salía en los medios, y supongo, repito, supongo, que podríamos decir que era uno de los chicos mimados por la SGAE.

En fin, si esto sirve para popularizar a un compositor pop dotadísimo como los hay pocos en este país, bienvenido sea, sus herederos disfrutaran de la pasta y Antonio quedara en el recuerdo.

En cuanto a este país, una vez mas demuestra su incultura musical.
http://rockandrollarmy.com/magazine/magazine/breves/3644-antonio-vega-alcanza-el-numero-5-de-los-discos-mas-vendidos-en-espana.html

Sueño eterno

25.05.09 - ANTONIO VALLE

De todas las cosas difíciles de aguantar, quizá la más difícil sea que tus vecinos te rehuyan y te dejen en desdeñosa soledad», decía Mark Twain en 'El forastero misterioso'. Por otro lado, Francisco Umbral utilizaba la expresión «más solo que un escritor» y Haruki Murakami dice que escribe por la misma razón que corre, «para poder encontrar la soledad». Tal vez no por el rechazo de sus vecinos, más bien como el fruto de una deliberación personal, el escritor se queda solo. Pero no está vacío, le acompañan ideas y palabras, un mundo lleno, probablemente un universo creado personalmente. Se quedaron John Updike, Antonio Pereira, Antonio Vega o Mario Benedetti, se quedaron solos para dejarnos palabras.

Dejó de fumar John Updike, precursor de Cheever y Carver, heredero de Dos Passos y Hemingway, minucioso destripador del aparente bienestar de la clase media (norteamericana, mundial). Lo más conocido es el ciclo de novelas protagonizadas por Harry Conejo Angstrom, pero no pierdan la oportunidad de reírse con sus relatos de Henry Bech.

Antonio Pereira seguirá contando sus cuentos dondequiera que esté, probablemente al calor de un magosto con aires bercianos en la cocina vieja del Olimpo. También nosotros cogeremos un puñado de castañas y seguiremos repasando, comodones en la gloria, su 'Recuento de invenciones'.

«La tristeza en el bolsillo y / la careta de cartón», cantaba Antonio Vega en 'Antes de que salga el sol', lo hacía 30 años antes de que su gesto y su voz se volvieran cartón, humo, polvo, sombra, nada. Pero, si Elvis está vivo y Lope resucita cada vez que un escenario alberga sus obras teatrales, sólo tenemos que poner la radio o cantar en la ducha para resucitar al chico de ayer, triste, solitario y final.

Mario Benedetti escribió poemas y novelas, pero sin duda son sus relatos los que le han hecho universal, imprescindible, inmortal narrador. Se ha escrito mucho sobre él estos días: lean, aprendan de la persona que era, pero sobre todo corran a la biblioteca, a la librería, cojan sus libros de cuentos y denle vida. No estamos solos.

http://www.elcomerciodigital.com/gijon/20090525/cultura/sueno-eterno-20090525.html

domingo, 24 de mayo de 2009

Plaza de Antonio Vega

RICARDO CANTALAPIEDRA 24/05/2009

Es bastante insólito que todos los grupos políticos del Ayuntamiento de Madrid propongan algo por unanimidad. En esta ocasión ha sido así. Han decidido llamar plaza de Antonio Vega a un rincón de Malasaña que hasta ahora, por extraño que parezca, carecía de nombre. Antonio y La chica de ayer pasan a engrosar el elenco callejero de un barrio cuajado de Maravillas, santos y héroes, desde el Divino Pastor hasta Manolita Malasaña, pasando por el Espíritu Santo, San Vicente Ferrer, San Ildefonso, San Andrés, Daoiz y Velarde, entre otros. Posiblemente Antonio Vega no fue un héroe, pero alguna gente de su generación ya lo ha elevado a los altares.

Lo mismo sucede con otros músicos madrileños que se nos fueron prematuramente -aunque lógicamente- en estos últimos años y que siguen siendo héroes del pop nacional: Antonio Flores, Enrique Urquijo, Guillermo Martín... Flores también murió en mayo (el sábado hará 14 años), justo 15 días después de que desapareciera su madre, Lola Flores. Enrique Urquijo dijo adiós en 1999; Guillermo Martín, en 2006. Todos eran asiduos de Malasaña a finales de los setenta, ochenta y noventa. Allí, en locales inolvidables, se forjó algo con matices de revolución cultural: Pentagrama, Elígeme, Café del Foro, Café de Maravillas, Vía Láctea, Café Manuela, Vaivén, Isadora, Parnasillo...
La pequeña calle de San Lorenzo era muy visitada por Enrique Urquijo, que se cobijaba en el mítico Lady Pepa. A San Lorenzo (que ya tiene bastante con El Escorial) no le importaría cambiar su nombre por el del cantante de Los Secretos. Justo al lado, la travesía de San Mateo no tendría inconveniente en llamarse de Antonio Flores. Ellos se lo merecen. Y el barrio también.
La muerte es una bagatela. Lo importante no son los años que vives, sino cómo los vives. La plaza de Antonio Vega, el sitio de mi recreo, está en la confluencia entre Fuencarral y la Corredera Alta de San Pablo.

El disco homenaje a Antonio Vega se convierte en superventas en tiempo récord

Como homenaje póstumo, al día siguiente a su muerte se publicó un disco remasterizado con los éxitos del genial músico español. 'Canciones 1980-2009' ha estado esta semana entre los discos más vendidos y los aficionados a la buena música han incrementado las ventas de álbumes anteriores, como 'Autorretratos' o 'Lo mejor de Antonio Vega', que ha vuelto a entrar en el ránking después de tres semanas en lista y ha conseguido su mejor posición en el ranking de la Asociación de Productores de Música de España , alcanzando el número 37, cuando su puesto más alto anteriormente había sido el 91.

Antonio Vega Obituario 1957-2009

Ha muerto Antonio Vega. Uno de los únicos. Nos deja sus temas y su música, que no es poco. Ese himno que es "la chica de ayer" y esos acordes de "el sitio de mi recreo" son mas que suficiente para homenajearle y recordarle. Su etiqueta de maldito, las verdades, leyendas y mentiras sobre su vida, ni empañan ni engrandecen suscanciones, llenas de matices verbales y musicales. Poesía.
Donde quiera que vayas, estés o desaparezcas gracias por tus discos. La vida no es más que una "lucha de gigantes". Y sí hemos oído tu voz. Y sí nos hemos dejado llevar por tí.Mi ca-ca-cabeza da vueltas persiguiéndote.
Por tí. Te escuchamos siempre.

sábado, 23 de mayo de 2009

El motor de toda una época -de Álvaro Urquijo-

Conocí a Antonio Vega alrededor de 1980 en 'Pentagrama', cuando él ya tocaba con Nacha Pop. Me lo presentaron como un artista consagrado: para mí era un ídolo, yo tenía sólo 17 años y había participado en la grabación de alguna maqueta. Era apenas un poco mayor que nosotros, pero la brecha generacional se notaba. Antonio había compuesto para entonces 'La chica de ayer' y era alguien muy maduro para la época, un motor que dotaba de contenido a unos años que estuvieron rodeados de tanta parafernalia. Como otros que también han desaparecido, como mi hermano Enrique o Carlos Berlanga, dieron impulso a la música que nos ha acompañado en todo este tiempo, actuaron como el oleaje necesario para propulsarla. La muerte de Antonio me ha dejado desolado. Se ha ido un intérprete y un compositor de primer orden, tardará años en aparecer alguien como él. Y es ahora cuando más vamos a añorarle, aunque haya dejado una herencia musical y espiritual que perdurará en todos nosotros. Un puñado de canciones, de joyas, que le han hecho más duradero que lo que duró la 'movida'.

Cada uno vive y es de una manera, y todos acabamos muriendo. Sin embargo, lo que Antonio ha dejado seguirá estando aquí. Yo no soy demasiado creyente. Pero si existe un más allá, molecular o cuántico, quiero pensar que será más fácil entrar en él si vas acompañado de la música, de la literatura, del arte. Todo lo que contribuye a mover las cosas tiene que ser bien recibido. A veces me preguntaban si me imaginaba a Los Secretos pasados diez años, y yo solía decir que si surgían nuevos Antonio Vega nos dejarían a todos fuera. Le respetaba muchísimo, era su amigo pero también su fan. Deja un hueco que difícilmente se podrá cubrir.

(Álvaro Urquijo Miembro de 'Los Secretos'

Hasta siempre, Antonio

Fue el 8 de Mayo de 2007 cuando le hice esta foto a Antonio Vega. Aquel día escribí lo siguiente: Hacía tiempo que no veía sonreír a Antonio Vega. Esta mañana en la Sala Galileo Galilei se han visto muchísimas sonrisas, la de Antonio, la de Nacho, la de Cristina Narea (que estaba vigilando entre tanto periodista, y que va a formar parte del grupo Nacha Pop durante este verano y este próximo otoño), la del maestro Santi Alcanda... muchas sonrisas.

En Al caer el Sol hemos hablado muchísimo de Antonio y de su música. Era un artista (como cuesta hablar en pasado) al que queríamos y respetábamos. Recuerdo a mi buena amiga Arancha Moreno sonriendo a su lado en una entrevista que le hizo en la que Antonio confesó que estaba escribiendo una biografía junto a Bosco Ussía.

También recuerdo las conversaciones con Mila Rico sobre el apoyo completamente desinteresado que les dio Antonio Vega en su proyecto solidario "Un mar al sur" (en la que creo que es su última grabación, al menos de momento).

También en este blog publiqué varios videos curiosos de Antonio, como una entrevista televisiva con Santi Alcanda o el día que cumplió 50 años un video grabado en un estudio de grabación con un Antonio muy dicharachero.

Tampoco me olvido del Antonio Vega generoso que compartió escenario con gente como Paco Cifuentes (el video por cierto es de Vanessa Martín, en uno de los conciertos que organizó Les nits de l´art, si no recuerdo mal)
¡Hasta siempre, Antonio!... gracias por tanto.

Un científico del pop -de Nacho Cano-

NACHO CANO 13/05/2009

Nunca conocí a nadie tan fuerte como él. Con lo que otros nos hubiésemos ido muchísimo antes, él convivía y llegaba al día siguiente.

Antonio era un científico del pop y también de la vida. No firmaba un autógrafo igual a otro. Para él todo lo que quedaba escrito era de suma importancia. Y cada admirador, un alma a responder con dulzura y educación.

Trabajando con él, percibías su aptitud como la de un Freud de la música. Su amor por ella era devocional. Si había una nota, un acorde o una idea genial, él lo pillaba al vuelo y lo que tú le dieras para cantar, lo transmutaba en magia.

No tenía que cantar fuerte o hacer virguerías. No tenía prácticamente que cantar porque en el sonido de su voz ya estaba todo.

Como compositor era único, conseguía juntar el amor con las matemáticas y que aquello funcionara.

Su voz era un lamento, tierno, profundo e inteligente. Se ha ido sin decirnos de qué estaba hecho.

La última vez que le vi, me dijo que no paraba de currar y hacer bolos. Parecía que estábamos tres décadas atrás, cuando nuestra única razón de existir consistía en vibrar y hacer vibrar.

Fue la estrella más humilde, sin embargo su brillo es extraordinario. Eso junto a su mirada, su media sonrisa y sus canciones se quedan con nosotros.

Buen viaje compañero.

Nacho Cano es músico.

La muerte de Antonio Vega, poeta del pop español, conmociona al mundo de la música

El mundo de la música se conmociona por lamuerte del poeta del pop español, mitad esencial de Nacha Pop, creador del himno 'Chica de ayer'
ISABEL IBÁÑEZ
«La física cambió mi vida. Cambié mi postura ante el mundo cuando comprendí a Einstein. Cuando supe que el camino más corto entre dos puntos no es la línea recta. Cuando empecé a imaginarme cosas como qué pasaría si me montase a caballo en un haz de luz». Así era Antonio Vega, amante de los gatos, escritor de cuentos y relatos, admirador de Tolkien y Asimov, constructor de maquetas de trenes, vigilante de las estrellas, físico de vocación: «Me gusta trabajar con las manos, tengo un taller guapo; llevo un año con una maqueta muy grande, de seis metros por tres, con un esquema de cuatro circuitos combinados, todo digitalizado, está muy bien. Y tengo un telescopio, si no hubiese sido músico sería astrofísico». Así hablaba, muy animado por compartir una de sus pasiones, para este periódico con motivo del regreso de Nacha Pop, la banda que fundó con su primo Nacho García Vega en 1978.

Poeta de corazón, que ayer dejaba de palpitar en Madrid a los 51 años, con mucha vida a sus espaldas y mucha también por delante. En aquel reportaje, hace sólo año y medio, incluso hablaba de ser padre: «Yo no he tenido hijos porque pensé que la vida que he llevado no era la mejor para ofrecer a un crío. Pero ahora es cuando estoy pensando en la posibilidad de llevarlo a cabo, de tener uno». Muchas ilusiones por cumplir. Incluso estaba grabando nuevas canciones para un disco, entre ellas 'Antes de haber nacido', que presentó en marzo en Bilbao, ciudad donde ofreció su último concierto, acompañado de la banda, antes de la crisis que lo ha llevado a la tumba.

«No me iré mañana / no sin antes algo más que ver, / no me iré mañana / aún es pronto para envejecer», cantaba. Aunque el disco homenaje, ése que le hacen a uno cuando ya no está, le llegara en 1993 con el título de 'Ese chico triste y solitario', pese a que él dijera no reconocerse en esa descripción -y a que no le hiciera mucha gracia el tema-. Porque con esos ojos oscuros, más que mirar demonios internos, que también, escudriñaba galaxias. Hoy, los tristes y solitarios son sus compañeros de la música y una legión de fieles que ayer se juntaban en bares para pinchar una vez más sus canciones, himnos ya de varias generaciones: 'Tesoros', 'El patio de mi recreo', 'Lucha de gigantes', 'Relojes en la oscuridad', 'Esperando nada'...

La muerte de Marga

Aquel reportaje se gestó en un bar de la plaza Dos de Mayo, en pleno Malasaña -el barrio que los vio crecer como banda-, muy cerca del Penta, local que Antonio hizo famoso con su hermosa canción 'La chica de ayer', escrita con 17 años durante la mili, en la playa de la Malvarrosa, y elegida por muchos como la mejor del pop español y la más representativa de la Movida. Cada noche, a las cuatro, el Penta cierra sus puertas con ese tema, desde ayer homenaje al genio que se fue y que arrancará de madrugada más de una lágrima bañada en alcohol. Entonces, en aquel reportaje, sentados los dos primos muy apretados, a punto de emprender una gira de nuevo juntos, Nacho abrazaba a su primo, Antonio, y llenaba sus silencios en la entrevista, reía, le agarraba, como si no quisiera dejarle ir, ahora que volvía a tenerle cerca, después de que Nacha Pop se disolviera allá por 1988 y ambos emprendieran carreras por separado.

Ayer se le escapó de nuevo, pero ahora de verdad, por culpa de una afección pulmonar, supuestamente un cáncer que al principio parecía neumonía. «Era una persona única -recordaba-, como única ha sido su contribución al panorama musical de este país. Nos quedarán sus grandes canciones, que nos han emocionado a todos y con las que han crecido varias generaciones». «Le he querido prácticamente desde que nací», se emocionaba Nacho, que se queda con 'Lo que tú y yo sabemos', y «con cualquier mirada cruzada en el escenario durante tantos años».

Droga y humor negro

Y eso que Antonio estaba convencido de que lo iba a superar. Eso cuentan los que le han podido visitar en el hospital las tres semanas que ha permanecido ingresado. Que los primeros días, cuando estaba más lúcido, pensaba que saldría de ésta como había salido de muchas. Como cuando murió su amada Margarita del Río, un golpe del que sobrevivió, pese a que no muchos confiaran en ello, y que dio origen al disco '3.000 noches con Marga' (2005). Pero esta vez, tras la confianza inicial de sus primeros días ingresado, el genio se ha ido apagando y moría ayer.

Finalmente. Después de dos décadas enterrándole, o eso decían muchos, armados de cariño y admiración por el artista y asustados al verle cada vez más deteriorado, sin poder creer del todo que hubiera dejado la heroína. «Yo nunca me he ido. Siempre he estado aquí y sigo estando», dijo en más de una ocasión. Con todo, reconocía que había desarrollado un humor negro del que hacía gala: «Sí, ja, ja... Alguna vez he pensado en dejarme caer en el escenario para pegarles un susto, ya que tanto decís, ahora vais a hablar con razón. Nacho y yo tenemos un sentido del humor muy especial, hemos aprendido a ridiculizar lo que no nos hace gracia y a reírnos de lo que sí la tiene. De todas formas, me agrada que la gente esté pendiente y se preocupe, en términos positivos. Cuando no es así, procuro que me dé igual, hacer oídos sordos».

Hoy, el mundo de la música en España -además de su novia, sus familiares y amigos- llora la pérdida del que ha sido la influencia de muchos de ellos, el mismo que acaba de formar trío con esos otros dos brillantes artistas cuyos nombres estuvieron también ligados a la droga y que ya se fueron, Antonio Flores y Enrique Urquijo. El hermano de éste, Álvaro, voz hoy de Los Secretos, se refería así ayer a él: «Abría la boca y eran ángeles».

Antonio: «Probablemente sí exista una frustración, la de viajar al espacio. Siempre tuve verdadera pasión por la astronomía. Lo que me falta por sentir, y pienso que tal vez no lo voy a sentir nunca, es la ingravidez del espacio». La capilla ardiente con su cadáver está instalada hoy en la sede de la SGAE en Madrid, pero que no cuenten con él; anda cabalgando ya a lomos de un haz de luz. La suya propia. «Sólo al final cobra sentido la soledad / cuando el silencio es total /queda el espacio para pensar»...

Antonio Vega

Fatalidad y un inmenso vacío. El fin de semana estuve escuchando todos mis discos de Nacha Pop y Antonio Vega para responder a una entrevista que ayer tarde mandé al diario Público con motivo de un reportaje que le iban a dedicar a Antonio a raíz de la salida de un libro con todas sus letras que acaba de publicarse.

Me queda el recuerdo de cuando, adolescente a finales de los setenta, lo vi por primera vez en Zaragoza con Nacha Pop en concierto. Me queda un abrazo que nos dimos en la Sala Clamores en un concierto mío hace dos años donde él estaba entre el público al final de la barra. Me queda una guitarra suya con su firma que compré en un Cash and Converters en 2004 y con la que me hice la gira de “Amor entre las cuerdas” . Y sobre todo me queda el misterio y la magia de sus letras y su música delicada y emocionante. Un abrazo a todos los que lo admiramos y a los músicos que reconocimos en él a un maestro y a un compositor de sensibilidad y metáforas extraordinarias. Gloria a los buscadores de belleza.

Antonio Vega: Muere Un Gran Músico, Nace Un Mito

Posted on 13 Mayo 2009 by elauriculardigital

Es complicado escribir cuando desaparece alguien tan especial como Antonio Vega que ha ocupado nuestras vidas tanto tiempo con sus canciones. Hace apenas un mes le veía en directo en el Kafe Antzokia de Bilbao cuando no sabía que ese iba a ser su último concierto. Después de haber ido a muchas actuaciones suyas, en esta le vi mejor que nunca. Un repertorio renovado, buenas versiones de sus temas clásicos, canciones rescatadas del olvido, y lo que es más importante: mayor vitalidad, mejor voz, buena actitud y mejor ejecución en escena. Eran signos que me hacían ser optimista para la nueva etapa en la carrera del músico madrileño. Incluso estrenó una nueva canción titulada “Antes de haber nacido”. Preparaba su siguiente disco con material nuevo aunque antes iba a grabar uno en directo después de esta gira de teatros, pero tristemente ya no pudo ser. Se apagó su frágil cuerpo. Ese mismo cuerpo que escondía paradójicamente una fortaleza interior que nos hizo pensar tantas veces que no había nada que pudiera con él. En este último obstáculo que le había puesto la vida, ya pensaba en retocar las canciones que estaba preparando cuando acabara su primer ciclo de quimioterapia. Desgraciadamente no pudo más y un cáncer de pulmón acabó con él.
Antonio Vega poseía un don para traspasar la sensibilidad de la gente con su canciones. La manera de plasmar en ellas su biografía así como su peculiar mundo interior ha sido personal e intransferible, sin ningún parecido con otros músicos. Era único y especial. En un país donde la mayoría de artistas cantan más mal que bien, él además cantaba mejor que nadie uniéndolo a una voz exquisita y diferente. Sin olvidar su gran pasión, la guitarra. Tenía un estilo propio tocando el instrumento como así lo atestiguaban compañeros de profesión como Fito Cabrales en su biografía recientemente publicada “Soy todo lo que me pasa”:

“Con Antonio Vega siempre me ha ocurrido algo curioso, y es que me gusta más en solitario que con Nacha Pop. Los discos de Antonio Vega me ponen muchísimo. Tiene una facilidad bestial para componer y además la gente no aprecia apenas lo bien que toca la guitarra. Yo soy la imitación de mucha gente, la mezcla de muchas cosas, pero Antonio Vega es sólo él. Se ha inventado a sí mismo, nadie es como él, y no se sabe de dónde ha mamado, es único y no ha habido nada ni nadie igual a él anteriormente. Sus canciones son muy buenas, puedo decir que todas.”

Cuando presencié hace año y medio el final de la gira de regreso de Nacha Pop en Madrid, me di cuenta de lo que significaba el grupo verdaderamente para la gente. Para los que por razones de edad no tuvimos la ocasión de verles en su época, cuando Antonio era mucho Antonio, comprendimos la relación especial que existió entonces entre la banda y sus seguidores. Una relación provocada por unas canciones enormes y singulares, y por las antagónicas pero complementarias personalidades de los primos Vega. Esa singularidad estuvo desde el principio con él, porque componer la primera canción de tu vida y que sea Chica de Ayer lo dice todo. Fue un músico vocacional, devocional y emocional (valga la repetitiva terminación). Decía hace poco en una entrevista:
“Se ha infravalorado muchas veces el trabajo del compositor y se ha dejado un poco de lado el hecho de ser artesano de una historia. Y eso a base de una cultura musical deficiente, descuidada, y que no exige a la gente poner atención. Está muy bajo el nivel de exigencia por parte del público a la hora de pedir cosas con calidad.”

Justo lo contrario que sus seguidores y sus compañeros de profesión hacia él. Se le valoraba como letrista y compositor, el artesano que nunca dejó de ser. Sus constantes conciertos año tras año por toda la geografía contaban con la presencia y el cariño de su público. Las colaboraciones con diferentes músicos se han repetido a lo largo de todo este tiempo, y el respeto que se le profesaba en vida ahora permanece aún más si cabe tras su muerte.
Antonio se ha ido pero nos ha dejado su obra. Desde aquí le deseo que en el sitio en el que se encuentre pueda recrearse con las emociones que siguen desatando aquí en la tierra sus canciones. Como ésta, que escuchándola ahora humedece todavía más nuestros ojos y entrecorta nuestra voz.

Querido Antonio

JESÚS ORDOVÁS 12.05.2009
Querido Antonio: Ayer recordabas emocionado que Nacha Pop había sido de los primeros grupos en pisar el escenario de la sala El Sol. Estábamos en el camerino, poco antes del concierto que íbamos a retransmitir en directo por Radio 3 y nos venían a la mente imágenes de las noches en que empezabais a tocar en salas, teatros y festivales de Madrid, con Los Ramones en la Plaza de Toros de Vista Alegre, con Siousxie & the Banshees en el Martín y aquellas noches en el Penta después de pasar por Onda Dos.
Nos conocimos allí, en las fiestas que organizaba Onda Dos, cuando todavía tocabais "Gonna Play Some Rock" junto a la "Chica de Ayer", que empezamos a programar en la maqueta que le pasasteis a Mario Armero.
Gracias a Mario se abrió el Marquee y luego el Rock-Ola y Nacha Pop lo llenábais una y otra noche en cuanto salió vuestro primer Lp. Ahí empezó también vuestro calvario con la "Chica de Ayer". Como si no hubiera más canciones tuyas en el disco: "Antes de que salga el sol", "Lloviendo en la ciudad", "El Circo", "Mujer de Cristal" y las que hiciste con Nacho, "Miedo al Terror", "Déjame Algo" o las del propio Nacho. O incluso esas caras B de los singles, que otros músicos han recogido en su repertorio. Esta misma semana, Alex de Cooper tocaba "El Sueño" en el Gran Café de León .. Una canción que también escogió Rico, el grupo de tu primo Nacho, en el homenaje que varios de los mejores grupos españoles te dedicaron en el Cd "Ese chico triste y solitario". Allí estaban muchas de tus mejores canciones cantadas por Gabinete Caligari, Mamá, Aviador Dro, Fangoria, Rosendo, Duncan Dhu, Pistones Ketama o Los 4 Fantásticos.
Pero ya sé que no te gustó nada que te consideraran un chico "triste y solitario". Nunca ha sido facil acercarse a ti y siempre has sido bastante reservado, pero quienes hemos podido hablar contigo sabemos que siempre has tenido un gran sentido del humor y te encanta hablar y estás al tanto de todo lo que ocurre a tu alrededor. Y colaborar con otros músicos. De hecho ,uno de los recuerdos más vivos que tengo de mis encuentros contigo es cuando te pedí que vinieras a cantar a la fiesta del Diario Pop de Radio 3 "Una décima de segundo" con Teo Cardalda al piano y me dijiste que sí. Fué un momento mágico que disfrutó todo el mundo en directo. Fué la canción del año. Y de muchos años.
También, el otro día te presentaste en Guadalajara a cantar en una fiesta, sin cobrar nada y por el placer de estar con nosotros . No sabes cuanto te echaremos de menos.

J.

http://www.rtve.es/noticias/20090512/querido-antonio/276389.shtml

Antonio Vega, la fragilidad del acero

DIEGO A. MANRIQUE 12.05.2009

Con Antonio Vega supimos que la realidad era inhóspita, que el ser humano estaba solo, que las relaciones amorosas dependían de inciertas conexiones. Recordatorios que resultaban chocantes en aquellos primeros años de la 'nueva ola' (luego, 'movida'), marcados por el frenesí, el ansía de comerse la noche a dentelladas. Los discos de Nacha Pop reflejaban esa doble visión: las canciones de Nacho García Vega retrataban la urgencia del momento, el carpe diem de una generación que accedía a las libertades de aquella frágil democracia; por el contrario, las de Antonio avisaban de las incertidumbres, prevenían contra las traiciones, anticipaban las caídas.


Frustrado aspirante a piloto de aviación, aficionado a la astronomía, Antonio parecía querer situarse en la inmensidad del universo, buscar su lugar. Sus canciones destilaban reflexiones en un lenguaje opaco, que de alguna manera se universalizaban con su voz. Se abrían a interpretaciones variadas: "Lucha de gigantes" pertenecía seguramente a la categoría de las experiencias oníricas pero un admirador del cine, el mexicano Alejandro González Iñárritu, utilizaba el tema como fondo para una golpiza brutal en "Amores perros".


Ya en solitario, la música de Antonio se destensó. Los esquemas de la "new wave" cedieron a un abanico de fórmulas sonoras filtradas por su sensibilidad: rumba, coplas, algún bolero, modos de trovador, exploraciones instrumentales, sofisticaciones de músicos profesionales. A la vez, sus letras se reconcentraron: desaparecían las referencias a lugares de reunión, se evaporaban las crónicas de la carretera, se prescindía de las crónicas juveniles de incertidumbres amorosas.
Antonio profundizaba en su mundo mientras su deterioro físico se hacía evidente. A veces, parecía un caso perdido, talento derrotado por un modo de vida elegido conscientemente. Pero se recuperaba. Tenía a su alrededor un núcleo cambiante de músicos, disqueros, amigos que apostaban por él, le jaleaban, le recordaban su grandeza. Además, había en él un pundonor, un orgullo de creador, cierto compromiso con sus seguidores. En los tiempos embriagadores de Nacha Pop, llegó a renegar de su mayor éxito -"Chica de ayer"- pero finalmente asumió lo inevitable: para el público masivo, quizás él sería siempre un autor de una sola canción; los que tenían oídos curiosos sabían que allí estaba un artista mayor, un poeta eléctrico, un aprendiz que ascendió a maestro.

Este 12 de mayo Antonio Vega nos ha dejado a los 51 años a causa de un cáncer de pulmón. Siempre nos quedarán sus canciones.

http://www.rtve.es/noticias/20090512/antonio-vega-fragilidad-del-acero/276365.shtml