JUAN BOSCO
martes, 30 de junio de 2009
El Antonio que conocí
JUAN BOSCO
Antonio Vega
Ahora, La Vía Láctea cumple 25 años y el autor de Chica de ayer, Antonio Vega, que la cantaba en Nacha Pop y volvió a hacerlo 10 años más tarde, otra vez por primera vez, en su primera obra fuera del grupo, El sitio de mi recreo, acaba de publicar un disco emocionante, a la vez bello y doloroso, que se titula 3.000 noches con Marga y está dedicado a la memoria de su novia, fallecida el año pasado. Sus composiciones se llaman Ángel de Orión, Pueblos blancos o Te espero y son certeras, hirientes e inolvidables, pero también son un síntoma de esos 25 años, del modo en que el tiempo corta y separa con sus cuchillos todo lo que parecía indivisible. Claro, un cuarto de siglo es mucho tiempo, que nos lo digan a cualquiera de nosotros, y el chico melancólico que nos hacía bailar ahora nos hace llorar. Son las reglas del juego.
No hay canción que no acabe por ser triste, porque todas acaban por ser, tarde o temprano, la banda sonora de lo que ya no está; pero el arte con mayúsculas -y 3.000 noches con Marga lo es- constituye una especie de pegamento que une lo que queda y lo que se ha perdido, acerca antes a después y consigue derrotar con la memoria al olvido.
Qué raro, de todas las maneras, que este Madrid del siglo XXI se parezca tan poco a aquel Madrid de la época de la movida, que La Vía Láctea cumpla 25 años, que Antonio Vega tenga que escribir sus / nuestras 3.000 noches con Marga y que, de algún modo, esas canciones hablen de todo eso a la vez. Las cosas que se pierden se vuelven importantes, como podría decir algún bolero. Y qué.
Del Madrid de los años ochenta -qué vértigo, pensar que habría que añadir "del siglo pasado"-, no queda mucho, en ningún sentido. Ahí están, contra viento y marea, La Vía Láctea, el Pentagrama o El Sol, en la calle de los Jardines, pero muchos de los lugares de donde salió aquella especie de fogonazo han cerrado y, sobre todo, la energía que lo provocó fue apagada con la política policial que se llevó a cabo contra los locales de donde salía el cine, la música o la pintura que fijó el mito para la posteridad.
Todo un ejemplo de la capacidad corrosiva de los poderes públicos sobre la cultura, a la que se apoya raramente pero a la que se acosa y acusa de mil modos y con mil cargos distintos, hasta vencerla por derribo.
Porque en esta ciudad se buscaron todas las razones del mundo para cerrar los locales en los que se hacía música o se montaban exposiciones o se leían poemas, pero no se buscó ningún plan para salvarlos. Las prohibiciones no curan, como afirman los evangelistas del orden y el buen juicio: sólo matan.
Menos mal que el talento no se puede decretar ilegal ni se le puede mandar un inspector, no puede ser precintado ni convertirse en una hamburguesería, un bloque de apartamentos o una caja de ahorros, y gracias a eso, de toda aquella agitación de las aguas que fue la movida aún quedan algunas olas y uno puede aún echarse directamente al corazón una noche en La Vía Láctea o un disco como este 3.000 noches con Marga.
Lo que te da la vida, no te lo pueden quitar ni la distancia ni el tiempo, como dice Antonio Vega.
lunes, 22 de junio de 2009
El chico de ayer
Antonio Vega buscaba dentro de sí mismo canciones inolvidables y encontró eso que se llama un himno generacional, es decir un hito para sus contemporáneos, una piedra que marcó "esto son los ochenta. Usted se encuentra aquí".
martes, 16 de junio de 2009
Bonito homenaje a Antonio Vega en la Bumerang
Tras la nostalgia, llegó el momento de la celebración. Los temas compuestos por Vega, durante su etapa de Nacha Pop, fueron interpretados por grupos que llevan tiempo rindiendo tributo a bandas míticas del pop español de los 80, como La calle del Olvido (Tributo a los Secretos).Se sumaron al memorial los chicos de Luz Oscura, que tuvieron en Antonio Vega a un músico que confió en ellos y les ayudó a dar sus primeros pasos como profesionales. También, participaron en el homenaje Estudio 80, Secreto de Sumario y Los Escalones.
sábado, 6 de junio de 2009
La chica de ayer
domingo, 31 de mayo de 2009
Los penúltimos versos de Antonio
MANUEL DE LA FUENTE MADRID
El destino no sólo es caprichoso. Se empeña, también, en ser alevosamente cruel. Casi en la última décima de segundo más en la que Antonio Vega era recogido de este mundo por un nuevaolero coro de ángeles, un libro, un pequeño pero hermoso libro, entraba en prensas, dejaba que sobre la piel blanca de sus páginas se tatuaran un puñado de poemas: «Antes de que salga el sol», «Sentado al borde de ti», «Desordenada habitación», «El sitio de mi recreo»... Poemas que fueron el esqueleto verbal del preciso y precioso cuerpo musical de Antonio. El libro es «¿Y si pongo una palabra?» (Ed. Demipage), una primorosa edición que deja aspirar el personalísimo e intransferible aliento lírico del músico. David Villanueva, viejo colega del barrio del cantante, la Piovera, es su editor. «Llevaba detrás de hacer este libro mucho tiempo, es un proyecto antiguo -explica David-, porque quería acercar a la literatura la obra de Antonio».
Apenas unas horas antes, ese destino despiadado quiso que David se pusiera en contacto con Basilio Martí, teclista, antiguo periodista de raza, escudero y hombre de confianza humana y musical de Antonio en los últimos años, en las penúltimas horas. El editor quería localizar a Vega y anunciarle la buena nueva: el libro estaba a puntito. «Componía y tenía unas ideas preciosas», recuerda Basilio, colgado aún de la tristeza, por el jefe y sin embargo amigo desaparecido. «En sus bocetos se veía que se estaba volviendo como un alquimista. Hacía muchas versiones de cada canción, como variaciones sobre el mismo tema».
«No, desgraciadamente no le dio tiempo a ver el libro impreso -confirma Villanueva-. La idea era sacar el librito y hacernos unas risas; tampoco se trataba de hacer un libro del que hablara todo el mundo». Basilio Martí conoce bien al artista sencillo pero genial: «A veces nos cogía el toro a última hora. Como en la grabación de «De un lugar perdido». Era el último día de estudio y nos faltaban dos canciones. Entonces, mientras los músicos estábamos tocando, él se sentó encima de un «ampli», de un marshall, con un boli y un papel y escribió la letra de «Ser un chaval» en media hora...».
A lomos de la furgoneta (el segundo, si no el primero, hogar de un músico) Antonio se había acostumbrado en los últimos años, de bolo en bolo, de concierto en concierto, a ver una y otra vez los campos de España
Era la personalidad de un artista de los pies a la inquieta cabeza. La misma personalidad, el mismo suspiro genial que David Villanueva encuentra en su versos: «Quería que Antonio como poeta se distanciara y mucho de la movida, porque creo que él no tenía nada que ver. Él era como una peca en toda aquella blancura explosiva de la movida».
Espacio y tiempo de los poetas. Espacio y tiempo que juegan al ajedrez. Basilio Martí hace girar las manecillas de sus horas compartidas: «Antonio vivía en un tiempo distinto al nuestro, le gustaba apurar, estar entre la espada y la pared. No tenía ningún modus operandi y no le importaba estar luchando contra el tiempo. Si le sobraba, se ponía a elucubrar, como he dicho, como un alquimista. Y si iba muy apurado, pues se dejaba de coñas y lo hacía a última hora y de un tirón». A través del teléfono, la voz de Basilio se endulza cuando le viene a la cabeza ese Antonio «que era un tío muy divertido, aunque no de puertas para afuera. Pero en el local, con sus amigos, en los hoteles, no parábamos de hacer bromas y contar chistes».
A lomos de la furgoneta (el segundo, si no el primero, hogar de un músico) Antonio se había acostumbrado en los últimos años, de bolo en bolo, de concierto en concierto, a ver una y otra vez los campos de España. «Últimamente hacíamos muchos viajes y no paraba de hablar», cuenta Martí, convertido en eterno compañero de carretera y manta. «Le encantaba mirar por la ventanilla y empezaba a hablar, no sé, se ponía como machadiano con el paisaje. Pero no era un rollo paisajístico, era algo como metafísico, como si intentara concebir un paisaje interior. De hecho, los últimos escritos que me enseñó iban por ahí, aunque la verdad es que de siempre le gustó mucho hablar del espacio, del cosmos, del infinito, de la geometría, y en los últimos meses estaba más filosófico que nunca». Filosofía hecha canción: «Los pueblos blancos, calles empedradas, en el cielo una explosión dorada, a esta hora. A la hora de las sombras largas, cuando nacen los hechizos, se confunden vencedores y vencidos». Penúltimas palabras de Antonio, palabras que, como siempre, reconfortan el corazón de la tribu, alivian el dolor de la tribu.
sábado, 30 de mayo de 2009
jueves, 28 de mayo de 2009
La calle del olvido
miércoles, 27 de mayo de 2009
ANTONIO VEGA: MI CABEZA DA VUELTAS PERSIGUIÉNDOTE
En la esquina de esta calle larga de Catabois caminamos a grandes pasos sin rumbo fijo a modo de duelo. No conseguimos olvidarte, ni lo queremos. El azul del mar se mezcla con el gris del duelo. Nos dejamos llevar por ti, esperamos por ti. Sentimos el temor azul de las preguntas por la inmortalidad. Nos dejamos llevar por ti. Avisamos a nuestros alumnos de los peligros acechantes que vencen a los grandes poetas a la vuelta de la esquina. Esos peligros que los vuelven inmóviles y grises de los pasos en falso.
Queremos decirte hasta luego y no adiós. Ha de haber un lugar para encontrarnos en el tiempo que viene, un bar donde se confundan nuestros sueños. Es el momento de escucharte y derretir el hielo que intenta enfriarnos. Las noches que vienen estarán un poco más oscuras. Soportaremos esta pequeña condena. No creemos en más infierno que tu ausencia. Paraísos sin ti, los rechazamos.
La luz de tu ventana entra en todas las clases; se filtra entre los libros de la biblioteca; recorre nuestros pasillos silenciosos. Nuestra pena se comporta como una chica solitaria que no tiene con quien hablar. No hay nada mejor que imaginarte iluminado por una luz indescriptible. Por favor, allí donde estés, no dejes te cantar a los colores vivos de las flores. Por hoy es suficiente. Queda recordarte, vivo y sin temores, mientras, a nuestro lado crecen los árboles de tus ilusiones. Nunca es demasiado tarde para comprender. La luz de la mañana entra en nuestra habitación. Mi cabeza da vueltas persiguiéndote.
«¿Y si pongo una palabra?»
Publicado Miércoles, 27-05-09 a las 09:36
http://www.abc.es/20090527/cultura-literatura/pongo-palabra-200905270936.html
Bosco Ussía confirma que seguirá adelante con las memorias de Antonio Vega
martes, 26 de mayo de 2009
Antonio Vega
http://www.laopinion.es/secciones/noticia.jsp?pRef=2009052500_24_221646__2C-Antonio-Vega
Antonio Vega: el eterno ausente
Antonio Vega
Ya en 1991 para el programa televisivo Top Madrid, en la presentación de su primer LP ‘No Me Iré Mañana’ confirmó su deseo de editar un libro con escritos, extractos y letras de canciones que le gustaría, si no explicar, por lo menos sí traducir al lenguaje de prosa.
El excepcional músico llegó subido a una nueva ola que bañó de ingente virtuosismo pop las playas de la movida madrileña. “Andar sin avanzar, caminar, tropezar, beber otras diez, madrugar y no llegar, ¿quién tiene prisa en verme llegar?”, era la letra de 'Grité Una Noche', del disco 'Dibujos animados' (1985), el 5º con su primer grupo Nacha Pop.
En la frontera entre lo que se ve por fuera y lo que hay por dentro, el niño portavoz de su conciencia al que nunca sació la fiesta perpetua, siempre ha tenido una imaginación asombrosa, sabiendo alcanzar estados de ánimo abismalmente profundos. Posee Antonio Vega la imperfecta virtud de generar en todos los mismos sentimientos, desfalleciendo en un sin fin de esfuerzos por hacer comprender el arte, y lo que se siente con él en las manos y en la cabeza.
El arte en la vida, se reduce a la fragilidad. Los artistas de este talento siempre serán recordados; son inmortales. Grandes hombres frustrados. Artistas cabizbajos. Amantes tormentosos arrastrando una turbulenta existencia por sentir su arte.
“Cuando conozca tu alma pintaré tus ojos” oraba Modigliani. Pues Antonio Vega no era ningún desconocido para sí mismo, y simplemente se dejaba transportar adonde le llevase la inspiración con los ojos cerrados, adonde el murmullo pareciera hablar, al escenario de su recuerdo, de su recreo, donde silencio, risa y cordura otorgasen aliento a su locura, a su música, y a su prosa.
Porque era un gran letrista, pero además de un alma sensible, humana, a veces desesperada, y en ocasiones calma. Se desnudaba a través de misteriosas letras que despiertan empatías brillando con una profundidad hiriente. Su legado se halla repleto de frases que hacen darle vueltas al sentido de todos los inadvertidos aspectos del propio ser. Tal sentimentalismo cósmico que percibía uno en sus entrevistas en las que cartas boca arriba hacía mirar el alma y apostar. Inquietud. Transmitía desconsuelo. Ese que sólo los genios saben convertir en obras maestras gracias a su creatividad, a su rico mundo interior. Y hoy en día no hay muchos.
“Con las manos tan llenas, cada día más flacos”, cantaba en 'Aunque Tú No Lo Sepas' Enrique Urquijo, su muy cercano colega. Quien tuvo un importante papel en un homenaje monográfico con el que algunos querían dar por extinguido al poeta expresionista, cuyo físico reflejaba lo contrario de la fuerza vital que poseía dentro. ‘Se Dejaba Llevar Por Ti’ es su composición más clara sobre el mundo de las drogas, las cuales agudizaban los elevados ángulos de su cara, paradigma de una fragilidad evidente. Desgraciadamente la vida que llevó le ha pasado factura, aunque quizá de no haberla llevado no hubiese llegado a ser quien ha sido. Paradojas del ser humano.
¿Débil? ¿Caída? ¿En picado? ¿Lástima?, cuán atrevida es la ignorancia J…R, qué demagoga y conformista es la España profunda. O por lo menos se distingue un trabajo extenso, una idea clara, y una potente manera de hacer llegar a un genio difícil de mostrar al público.
Todo eran rumores que corrían como la pólvora enalteciendo el mito del icono del pop español. Parecía adentrarse aún más en un pozo sin fondo. Y en aquel momento apareció Marga del Río, que luchó con él cuando más lo necesitaba. Fue en la tempestuosa grabación en Palma de Mallorca de 'Anatomía De Una Ola'. Se convirtió en su mujer, amiga y confidente, su mano derecha. De ella ha dicho que le enseñó "cosas" que no pudo rechazar. "El cambio que produjo Marga en él fue espectacular. Ganó una fuerza increíble", aseguraban desde su entorno. Pero ella falleció.
El genio post-impresionista Van Gogh pensó que debía creer en Dios para soportar tantas desgracias, en cambio Antonio Vega se sumergió en un mar de odas a su amada dando como resultado el disco ‘3000 Noches Con Marga’. "Él ha sido siempre una persona muy libre con una forma única entre el caos y la poesía. Ahora está centrándose en algo que quiere y por eso todo va muy pausado. Es su total responsabilidad" declaró su primo durante la grabación del mismo, y, “es una liberación incluso de mí mismo”, comentó el artista en la presentación.
Enmudecido el público, volvió a saborear esa estremecedora voz más cercana al alma que a la garganta. En su particular estado de gracia, de sus manos floreció ese fuego perpetuo que siempre le ha flanqueado, unos dedos fieles, fulminantes, con una energía a la que su físico negó el acceso hace tiempo. La úlcera resultante le dolía menos que sus ojos, siempre contraídos por la decepción y la impotencia. Penó, y resistió, lo que pudo sobrellevar su menudo cuerpo.
Ésta ha resultado una muerte ajena que se siente como propia, la pérdida de un espíritu libre e independiente, que no se identificaba con ningún grupo, tendencia o maestro. Inigualable. No se explican las razones de su comportamiento disoluto y desordenado, sus intereses artísticos, las concepciones que definen su arte, las aspiraciones que le movieran, su interacción con el resto de compositores. Se trata de otro ser confuso, alienado por sí mismo, huidizo voluntario de la cotidianidad, al que el monstruo todavía persigue en pesadillas.
Modigliani no vendió un cuadro en vida, pero apenas un par de horas después de morir, los tiburones devoraron su obra, el dolor de su sombría y desesperada existencia se refleja también en las estilizadas esculturas de cabezas femeninas que hicieron flojear a mil rodillas en su presencia. Y qué decir de la obra de Van Gogh, que recibió su primer gran impulso once años después de su muerte, y vendió un único cuadro en vida de sus más de 1700 obras, algunas de las cuales han llegado a ser adquiridas no hace mucho por 82,5 dólares.
Quedan "pintados" como talentos huérfanos y desheredados, sin rumbo ni suerte, nada que sostenga su descentrada vida, bohemios amantes del amor y los excesos, de la lluvia y el arte, pero solos y nada más que solos. Es, una metáfora de tipos humanos hoy día infrecuentes, casi extinguidos, pero embriagadoramente fascinantes, encantadoramente atractivos.
Estos hechos describen el género humano y la podredumbre que suele caracterizarlo, calculadamente cruel resume muy bien el negocio del arte: el desprecio por el artista y por la propia obra, contemplada como objeto decorativo de relumbrón social y no como ese compendio de ideas y sensaciones que es. El arte tiene aún algo que decir, sigue vivo, es vida en sí mismo.
Representantes de tiempos que ya nos son totalmente irreconocibles, ajenos, en los que el arte contenía en sí la utopía, la esperanza, se han ido. Pero el arte todavía es vida, trágica a menudo, pero vida, y no una triste pantomima cuando no una gran estafa como sucede.
'¿Y Si Pongo Una Palabra?' reúne 27 de los mejores textos de Antonio Vega
MÁS ALLÁ DEL BIEN Y DEL MAL
No nos sorprenderán los “amigos” del artista que ahora aparezcan incluso de debajo de las piedras contribuyendo a una horrenda mitificación de homenajes y tributos. Aquí se presenta la materialización de un sueño, una edición literaria, el resultado de años de dedicación para aunar los versos más bellos del artista. Se autodefinía poeta, sopesando la dificultad del castellano escrito sin caer en lo cursi o intrascendente.
No es un producto oportunista como todo lo que prontamente se nos avecina, se trata de una iniciativa con la que el músico se mostró muy ilusionado cuya distribución comenzó antes de que expirase su último halo, quizás no quería dejar asuntos pendientes, fiel a su reputación de hombre de palabra, discreto y humilde. La lucha de gigantes llegada a su fin nos transmite a mundos más sensibles, de paz. Se fue en una décima de segundo sin hacer apenas ruido, pero habiendo trascendido, y el sitio de nuestro recreo, ahora está vacío. Nos sentíamos tan tristes y a la vez tan intensamente vivos, que ahora, muerta la tristeza, ya no sabemos lo que sentir.
"Y pasó tanto tiempo que llegué a ver sombras en color Y pasó tanta gente por delante que nadie me vio."
‘Esperando Nada' - Antonio Vega.
CONTENIDO:
El circo Antes de que salga el sol La chica de ayer Brillo perdido Enganchado a una señal de bus Luz de cruce No puedo mirar Una décima de segundo Escala real Sentado al borde de ti Lucha de gigantes Desordenada habitación Esperando nada Tesoros Háblame a los ojos La última montaña Mis dos amigos Océano de sol Palabras Cierto como imaginar Hablando de ellos El sitio de mi recreo La hora del crepúsculo Ángel caído Agua de río Seda y hierro Pueblos blancos
Terra Música - Violeta Sánchez
¿Y si pongo Antonio Vega?
Sigue a Antonio Vega y sabrás qué ha encontrado en sus canciones.
Por Benjamín Prado. Marzo 2009. Editorial Demipage. (Extracto del Prólogo).
A Antonio Vega se le perdió algo y tuvo que hacerse compositor para ir a buscarlo dentro de sus canciones. Sus discos cuentan la historia de esa búsqueda, y aunque todo el mundo sabe que escribir es mentir, él escribe tan bien que cuando los escuchas tienes la impresión de que te cuentan la verdad, que es exactamente lo que ocurre con todos los poetas en quienes merece la pena confiar. Verdad y poeta son palabras tal vez demasiado solemnes, de manera que quizá sería mejor matizarlas: donde decía verdad podemos poner su verdad, y poeta lo podemos cambiar por poesía, porque Antonio Vega no escribe poemas, sin canciones, pero sus canciones están llenos de versos memorables y, sobre todo, tienen el ambiente de la buena poesía, éstán hechas de palabras esenciales y no están construidas para flotar en la superficie de las cosas sino para descender hasta su fondo. Son canciones que no existen porque tienen algo que decir. Lo cual puede ser obvio, pero no es tan habitual, y no hay más que poner la radio para darse cuenta.
Antonio Vega era compositor y cantante, y a la mano del primero le viene muy bien la voz del segundo, ese brillo oscuro que tenía su tono y que el multiplicaba con su manera de interpretar las canciones, gracias a esa especie de emoción hacia dentro que las hace a menudo estremecedoras.
Leyendo ahora las canciones de este libro, el tamaño de Antonio Vega como letrista aumenta, y para el lector habitual de poesía es sencillo ver el trabajo minucioso que hay detrás de muchos de sus textos; su batalla por la palabra justa o la asociación inesperada, por desordenar las cosas que se oyen, agrupar los silencios y ver cada cosa a su escala real, como él decía; su capacidad para construir metáforas como el químico que elabora un perfume, logrando como por arte de magia que lo más grande quepa en lo más pequeño y la historia de muchos se pueda resumir e una línea; o, finalmente, su empeño en encontrarle otro lenguaje a las canciones, más allá de los caminos conocidos, los ecos fáciles o las rimas cómodas. La inspiración es el último recurso de los malos escritores, los buenos le ganan su versos al diccionario, combatiéndolo página a página. Dicho eso, ya se puede decir todo lo contrario y que las dos cosas sean verdad: cuánta inspiración parece haber en sus temas más brillantes, qué momento de gracia parecen haber captado a veces sus discos.
Un buen poema es siempre el mapa de un tesoro, la crónica de la aventura que sirvió para descubrirlo. Este libro es una buena noticia para los lectores de poesía, y eso o es algo que se pueda decir de demasiada gente."
Las canciones que nos roba
Las cosas han cambiado y ahora los periódicos llegan a los quioscos después que las noticias; pero aunque ya no estén ahí para decirnos lo que ha pasado, sí pueden ayudarnos a comprender lo que eso significa. Por ejemplo, todos sabemos que el compositor Antonio Vega ha muerto, y que además tuvo su muerte, la que a él le tocaba, por resumirlo con las mismas palabras que Rafael Alberti le dijo a Federico García Lorca, sólo que dadas la vuelta. Pero, ¿qué es lo que se ha muerto con él, con ese chico eternamente joven que "abría la boca y eran ángeles", según ha dicho Álvaro Urquijo, la mitad de Los Secretos que queda a este lado del más allá? Es cierto, le oías cantar y pensabas que Nietzsche tenía toda la razón del mundo cuando escribió que si no existiera la música la vida sería un error.Antonio Vega siempre fue una leyenda oscura, uno de esos artistas de cuya vida se habla en voz baja y para compartir un secreto con quien te escucha, alguien que también sabe, o merece saber, que se trataba de una de esas almas torturadas que sólo saben moverse para huir y siempre caminan por el lado salvaje de la ciudad, según lo llamó de una vez por todas Lou Reed. Un camino rápido pero corto, que para él ha durado sólo 51 años, maldita sea. No sé si en el último momento habrá pensado en la cantidad de canciones que nos roba, marchándose tan pronto.
Lo que se muere con Antonio Vega es un momento irrepetible de la vida de esta ciudad, aquel Madrid de la movida donde mucha gente huía de las sombras pegajosas de la dictadura sin una bandera en la mano, sino con una botella, un cigarrillo de marihuana o un disco que tuviera dentro la banda sonora de la libertad. Contra las prohibiciones, los lápices rojos de los censores y la moral hipócrita que había hundido el país un siglo más abajo de su época, toda aquella gente que de pronto salió a la calle con el pelo pintado de naranja, los pantalones rotos por las rodillas y un pendiente clavado en cualquier parte poco habitual. Por las calles, la ropa con la que se vestían los jóvenes tenía la misma función que el destape en los cines. A base de empezar a permitir la rareza, España empezaba a ser normal. A fuerza de respetar lo que es distinto, empezamos a ser como todos.
Pero no hay paraíso sin manzanas envenenadas, y en el Madrid de las noches felices se coló primero el fantasma de la heroína, y después el horror del sida. Muchos se dedicaron a juzgar y condenar a sus víctimas, en lugar de ayudarlas, y la epidemia se llevó por delante a otros muchos, que no supieron entender a tiempo que aquel tobogán desembocaba en una tumba.
La música de Antonio Vega fue, de algún modo, el himno de toda aquella fiesta bordeada de drama. Yo nunca lo llegué a conocer, cosa verdaderamente rara en este mundo pequeño de los poetas y los cantantes, y de hecho sólo lo vi de cerca una vez, entrando en el Pentagrama, delgado, lento y con una actitud de arrogante tímido.
Hace unos meses, la editorial Demipage me propuso escribir un prólogo para un libro en el que iba a publicarse una antología de sus canciones y, tengo que confesarlo, si dije que sí fue por admiración, pero también porque estaba seguro de que ese libro iba a ser una puerta hacia él: ya me veía en la presentación, y casi estaba tocando los cubiertos de la cena que íbamos a compartir después, cuando el mismo editor que me había encargado el trabajo, porque hace tiempo leyó un artículo mío sobre el músico, publicado en este mismo periódico al editarse el maravilloso y terrible 3.000 noches con Marga, volvió a llamarme y me dio la mala noticia: "Antonio Vega ha muerto".
Anoche, llamé por teléfono a Juan Urbano y hemos estado hasta el amanecer escuchando los discos de Antonio Vega y lamentando el modo en que después de la heroína y el sida llegó la derecha, enterró a Tierno Galván por segunda vez, cerró los locales y apagó las luces de los escenarios. Tenía tanto talento este joven madrileño que nunca se separó de ninguna de las dos cosas, ni de Madrid ni de su juventud, que es evidente que sólo se ha muerto lo justo, lo que hace falta para no poder volver a salir a la calle, mientras que su música se queda de este lado, igual de viva, igual de profunda. Ni Juan ni yo pensamos caer en el tópico de decir que Antonio Vega es la voz de toda una época. Pero la única razón por la que no lo hacemos es ésa.
lunes, 25 de mayo de 2009
Antonio Vega alcanza el número 5 de los discos más vendidos en España
Quizás haya sido para mejor, ahora Antonio ha pasado de ser el jonko que compuso la canción de Enrique Churches, a saber, quitando a los freaks a ver cuántas quinceañeras no se habrían abierto las carnes defendiendo la autoría de la canción de marras por el hijísimo...
Y sí, no negaré que Antonio fue profeta en su tierra, al fin y al cabo en los últimos años salía en los medios, y supongo, repito, supongo, que podríamos decir que era uno de los chicos mimados por la SGAE.
En fin, si esto sirve para popularizar a un compositor pop dotadísimo como los hay pocos en este país, bienvenido sea, sus herederos disfrutaran de la pasta y Antonio quedara en el recuerdo.
En cuanto a este país, una vez mas demuestra su incultura musical.
Sueño eterno
Dejó de fumar John Updike, precursor de Cheever y Carver, heredero de Dos Passos y Hemingway, minucioso destripador del aparente bienestar de la clase media (norteamericana, mundial). Lo más conocido es el ciclo de novelas protagonizadas por Harry Conejo Angstrom, pero no pierdan la oportunidad de reírse con sus relatos de Henry Bech.
Antonio Pereira seguirá contando sus cuentos dondequiera que esté, probablemente al calor de un magosto con aires bercianos en la cocina vieja del Olimpo. También nosotros cogeremos un puñado de castañas y seguiremos repasando, comodones en la gloria, su 'Recuento de invenciones'.
«La tristeza en el bolsillo y / la careta de cartón», cantaba Antonio Vega en 'Antes de que salga el sol', lo hacía 30 años antes de que su gesto y su voz se volvieran cartón, humo, polvo, sombra, nada. Pero, si Elvis está vivo y Lope resucita cada vez que un escenario alberga sus obras teatrales, sólo tenemos que poner la radio o cantar en la ducha para resucitar al chico de ayer, triste, solitario y final.
Mario Benedetti escribió poemas y novelas, pero sin duda son sus relatos los que le han hecho universal, imprescindible, inmortal narrador. Se ha escrito mucho sobre él estos días: lean, aprendan de la persona que era, pero sobre todo corran a la biblioteca, a la librería, cojan sus libros de cuentos y denle vida. No estamos solos.
http://www.elcomerciodigital.com/gijon/20090525/cultura/sueno-eterno-20090525.html
domingo, 24 de mayo de 2009
Plaza de Antonio Vega
Lo mismo sucede con otros músicos madrileños que se nos fueron prematuramente -aunque lógicamente- en estos últimos años y que siguen siendo héroes del pop nacional: Antonio Flores, Enrique Urquijo, Guillermo Martín... Flores también murió en mayo (el sábado hará 14 años), justo 15 días después de que desapareciera su madre, Lola Flores. Enrique Urquijo dijo adiós en 1999; Guillermo Martín, en 2006. Todos eran asiduos de Malasaña a finales de los setenta, ochenta y noventa. Allí, en locales inolvidables, se forjó algo con matices de revolución cultural: Pentagrama, Elígeme, Café del Foro, Café de Maravillas, Vía Láctea, Café Manuela, Vaivén, Isadora, Parnasillo...
El disco homenaje a Antonio Vega se convierte en superventas en tiempo récord
Antonio Vega Obituario 1957-2009
sábado, 23 de mayo de 2009
El motor de toda una época -de Álvaro Urquijo-
Hasta siempre, Antonio
En Al caer el Sol hemos hablado muchísimo de Antonio y de su música. Era un artista (como cuesta hablar en pasado) al que queríamos y respetábamos. Recuerdo a mi buena amiga Arancha Moreno sonriendo a su lado en una entrevista que le hizo en la que Antonio confesó que estaba escribiendo una biografía junto a Bosco Ussía.
También recuerdo las conversaciones con Mila Rico sobre el apoyo completamente desinteresado que les dio Antonio Vega en su proyecto solidario "Un mar al sur" (en la que creo que es su última grabación, al menos de momento).
También recuerdo el plantón que Antonio le dio a Fernando Neira en la Sala Clamores o la anécdota que me contó El Arrebato (que grabó con él una preciosa canción) sobre Antonio Vega, su motazo y Madrid.
También en este blog publiqué varios videos curiosos de Antonio, como una entrevista televisiva con Santi Alcanda o el día que cumplió 50 años un video grabado en un estudio de grabación con un Antonio muy dicharachero.
Tampoco me olvido del Antonio Vega generoso que compartió escenario con gente como Paco Cifuentes (el video por cierto es de Vanessa Martín, en uno de los conciertos que organizó Les nits de l´art, si no recuerdo mal)
Un científico del pop -de Nacho Cano-
Nunca conocí a nadie tan fuerte como él. Con lo que otros nos hubiésemos ido muchísimo antes, él convivía y llegaba al día siguiente.
Antonio era un científico del pop y también de la vida. No firmaba un autógrafo igual a otro. Para él todo lo que quedaba escrito era de suma importancia. Y cada admirador, un alma a responder con dulzura y educación.
Trabajando con él, percibías su aptitud como la de un Freud de la música. Su amor por ella era devocional. Si había una nota, un acorde o una idea genial, él lo pillaba al vuelo y lo que tú le dieras para cantar, lo transmutaba en magia.
No tenía que cantar fuerte o hacer virguerías. No tenía prácticamente que cantar porque en el sonido de su voz ya estaba todo.
Como compositor era único, conseguía juntar el amor con las matemáticas y que aquello funcionara.
Su voz era un lamento, tierno, profundo e inteligente. Se ha ido sin decirnos de qué estaba hecho.
La última vez que le vi, me dijo que no paraba de currar y hacer bolos. Parecía que estábamos tres décadas atrás, cuando nuestra única razón de existir consistía en vibrar y hacer vibrar.
Fue la estrella más humilde, sin embargo su brillo es extraordinario. Eso junto a su mirada, su media sonrisa y sus canciones se quedan con nosotros.
Buen viaje compañero.
Nacho Cano es músico.
La muerte de Antonio Vega, poeta del pop español, conmociona al mundo de la música
ISABEL IBÁÑEZ
Poeta de corazón, que ayer dejaba de palpitar en Madrid a los 51 años, con mucha vida a sus espaldas y mucha también por delante. En aquel reportaje, hace sólo año y medio, incluso hablaba de ser padre: «Yo no he tenido hijos porque pensé que la vida que he llevado no era la mejor para ofrecer a un crío. Pero ahora es cuando estoy pensando en la posibilidad de llevarlo a cabo, de tener uno». Muchas ilusiones por cumplir. Incluso estaba grabando nuevas canciones para un disco, entre ellas 'Antes de haber nacido', que presentó en marzo en Bilbao, ciudad donde ofreció su último concierto, acompañado de la banda, antes de la crisis que lo ha llevado a la tumba.
«No me iré mañana / no sin antes algo más que ver, / no me iré mañana / aún es pronto para envejecer», cantaba. Aunque el disco homenaje, ése que le hacen a uno cuando ya no está, le llegara en 1993 con el título de 'Ese chico triste y solitario', pese a que él dijera no reconocerse en esa descripción -y a que no le hiciera mucha gracia el tema-. Porque con esos ojos oscuros, más que mirar demonios internos, que también, escudriñaba galaxias. Hoy, los tristes y solitarios son sus compañeros de la música y una legión de fieles que ayer se juntaban en bares para pinchar una vez más sus canciones, himnos ya de varias generaciones: 'Tesoros', 'El patio de mi recreo', 'Lucha de gigantes', 'Relojes en la oscuridad', 'Esperando nada'...
La muerte de Marga
Aquel reportaje se gestó en un bar de la plaza Dos de Mayo, en pleno Malasaña -el barrio que los vio crecer como banda-, muy cerca del Penta, local que Antonio hizo famoso con su hermosa canción 'La chica de ayer', escrita con 17 años durante la mili, en la playa de la Malvarrosa, y elegida por muchos como la mejor del pop español y la más representativa de la Movida. Cada noche, a las cuatro, el Penta cierra sus puertas con ese tema, desde ayer homenaje al genio que se fue y que arrancará de madrugada más de una lágrima bañada en alcohol. Entonces, en aquel reportaje, sentados los dos primos muy apretados, a punto de emprender una gira de nuevo juntos, Nacho abrazaba a su primo, Antonio, y llenaba sus silencios en la entrevista, reía, le agarraba, como si no quisiera dejarle ir, ahora que volvía a tenerle cerca, después de que Nacha Pop se disolviera allá por 1988 y ambos emprendieran carreras por separado.
Ayer se le escapó de nuevo, pero ahora de verdad, por culpa de una afección pulmonar, supuestamente un cáncer que al principio parecía neumonía. «Era una persona única -recordaba-, como única ha sido su contribución al panorama musical de este país. Nos quedarán sus grandes canciones, que nos han emocionado a todos y con las que han crecido varias generaciones». «Le he querido prácticamente desde que nací», se emocionaba Nacho, que se queda con 'Lo que tú y yo sabemos', y «con cualquier mirada cruzada en el escenario durante tantos años».
Droga y humor negro
Y eso que Antonio estaba convencido de que lo iba a superar. Eso cuentan los que le han podido visitar en el hospital las tres semanas que ha permanecido ingresado. Que los primeros días, cuando estaba más lúcido, pensaba que saldría de ésta como había salido de muchas. Como cuando murió su amada Margarita del Río, un golpe del que sobrevivió, pese a que no muchos confiaran en ello, y que dio origen al disco '3.000 noches con Marga' (2005). Pero esta vez, tras la confianza inicial de sus primeros días ingresado, el genio se ha ido apagando y moría ayer.
Finalmente. Después de dos décadas enterrándole, o eso decían muchos, armados de cariño y admiración por el artista y asustados al verle cada vez más deteriorado, sin poder creer del todo que hubiera dejado la heroína. «Yo nunca me he ido. Siempre he estado aquí y sigo estando», dijo en más de una ocasión. Con todo, reconocía que había desarrollado un humor negro del que hacía gala: «Sí, ja, ja... Alguna vez he pensado en dejarme caer en el escenario para pegarles un susto, ya que tanto decís, ahora vais a hablar con razón. Nacho y yo tenemos un sentido del humor muy especial, hemos aprendido a ridiculizar lo que no nos hace gracia y a reírnos de lo que sí la tiene. De todas formas, me agrada que la gente esté pendiente y se preocupe, en términos positivos. Cuando no es así, procuro que me dé igual, hacer oídos sordos».
Hoy, el mundo de la música en España -además de su novia, sus familiares y amigos- llora la pérdida del que ha sido la influencia de muchos de ellos, el mismo que acaba de formar trío con esos otros dos brillantes artistas cuyos nombres estuvieron también ligados a la droga y que ya se fueron, Antonio Flores y Enrique Urquijo. El hermano de éste, Álvaro, voz hoy de Los Secretos, se refería así ayer a él: «Abría la boca y eran ángeles».
Antonio: «Probablemente sí exista una frustración, la de viajar al espacio. Siempre tuve verdadera pasión por la astronomía. Lo que me falta por sentir, y pienso que tal vez no lo voy a sentir nunca, es la ingravidez del espacio». La capilla ardiente con su cadáver está instalada hoy en la sede de la SGAE en Madrid, pero que no cuenten con él; anda cabalgando ya a lomos de un haz de luz. La suya propia. «Sólo al final cobra sentido la soledad / cuando el silencio es total /queda el espacio para pensar»...
Antonio Vega
Me queda el recuerdo de cuando, adolescente a finales de los setenta, lo vi por primera vez en Zaragoza con Nacha Pop en concierto. Me queda un abrazo que nos dimos en la Sala Clamores en un concierto mío hace dos años donde él estaba entre el público al final de la barra. Me queda una guitarra suya con su firma que compré en un Cash and Converters en 2004 y con la que me hice la gira de “Amor entre las cuerdas” . Y sobre todo me queda el misterio y la magia de sus letras y su música delicada y emocionante. Un abrazo a todos los que lo admiramos y a los músicos que reconocimos en él a un maestro y a un compositor de sensibilidad y metáforas extraordinarias. Gloria a los buscadores de belleza.
Antonio Vega: Muere Un Gran Músico, Nace Un Mito
Es complicado escribir cuando desaparece alguien tan especial como Antonio Vega que ha ocupado nuestras vidas tanto tiempo con sus canciones. Hace apenas un mes le veía en directo en el Kafe Antzokia de Bilbao cuando no sabía que ese iba a ser su último concierto. Después de haber ido a muchas actuaciones suyas, en esta le vi mejor que nunca. Un repertorio renovado, buenas versiones de sus temas clásicos, canciones rescatadas del olvido, y lo que es más importante: mayor vitalidad, mejor voz, buena actitud y mejor ejecución en escena. Eran signos que me hacían ser optimista para la nueva etapa en la carrera del músico madrileño. Incluso estrenó una nueva canción titulada “Antes de haber nacido”. Preparaba su siguiente disco con material nuevo aunque antes iba a grabar uno en directo después de esta gira de teatros, pero tristemente ya no pudo ser. Se apagó su frágil cuerpo. Ese mismo cuerpo que escondía paradójicamente una fortaleza interior que nos hizo pensar tantas veces que no había nada que pudiera con él. En este último obstáculo que le había puesto la vida, ya pensaba en retocar las canciones que estaba preparando cuando acabara su primer ciclo de quimioterapia. Desgraciadamente no pudo más y un cáncer de pulmón acabó con él.
“Con Antonio Vega siempre me ha ocurrido algo curioso, y es que me gusta más en solitario que con Nacha Pop. Los discos de Antonio Vega me ponen muchísimo. Tiene una facilidad bestial para componer y además la gente no aprecia apenas lo bien que toca la guitarra. Yo soy la imitación de mucha gente, la mezcla de muchas cosas, pero Antonio Vega es sólo él. Se ha inventado a sí mismo, nadie es como él, y no se sabe de dónde ha mamado, es único y no ha habido nada ni nadie igual a él anteriormente. Sus canciones son muy buenas, puedo decir que todas.”
Cuando presencié hace año y medio el final de la gira de regreso de Nacha Pop en Madrid, me di cuenta de lo que significaba el grupo verdaderamente para la gente. Para los que por razones de edad no tuvimos la ocasión de verles en su época, cuando Antonio era mucho Antonio, comprendimos la relación especial que existió entonces entre la banda y sus seguidores. Una relación provocada por unas canciones enormes y singulares, y por las antagónicas pero complementarias personalidades de los primos Vega. Esa singularidad estuvo desde el principio con él, porque componer la primera canción de tu vida y que sea Chica de Ayer lo dice todo. Fue un músico vocacional, devocional y emocional (valga la repetitiva terminación). Decía hace poco en una entrevista:
“Se ha infravalorado muchas veces el trabajo del compositor y se ha dejado un poco de lado el hecho de ser artesano de una historia. Y eso a base de una cultura musical deficiente, descuidada, y que no exige a la gente poner atención. Está muy bajo el nivel de exigencia por parte del público a la hora de pedir cosas con calidad.”
Justo lo contrario que sus seguidores y sus compañeros de profesión hacia él. Se le valoraba como letrista y compositor, el artesano que nunca dejó de ser. Sus constantes conciertos año tras año por toda la geografía contaban con la presencia y el cariño de su público. Las colaboraciones con diferentes músicos se han repetido a lo largo de todo este tiempo, y el respeto que se le profesaba en vida ahora permanece aún más si cabe tras su muerte.
Antonio se ha ido pero nos ha dejado su obra. Desde aquí le deseo que en el sitio en el que se encuentre pueda recrearse con las emociones que siguen desatando aquí en la tierra sus canciones. Como ésta, que escuchándola ahora humedece todavía más nuestros ojos y entrecorta nuestra voz.
Querido Antonio
J.
http://www.rtve.es/noticias/20090512/querido-antonio/276389.shtml
Antonio Vega, la fragilidad del acero
DIEGO A. MANRIQUE 12.05.2009
Con Antonio Vega supimos que la realidad era inhóspita, que el ser humano estaba solo, que las relaciones amorosas dependían de inciertas conexiones. Recordatorios que resultaban chocantes en aquellos primeros años de la 'nueva ola' (luego, 'movida'), marcados por el frenesí, el ansía de comerse la noche a dentelladas. Los discos de Nacha Pop reflejaban esa doble visión: las canciones de Nacho García Vega retrataban la urgencia del momento, el carpe diem de una generación que accedía a las libertades de aquella frágil democracia; por el contrario, las de Antonio avisaban de las incertidumbres, prevenían contra las traiciones, anticipaban las caídas.
Frustrado aspirante a piloto de aviación, aficionado a la astronomía, Antonio parecía querer situarse en la inmensidad del universo, buscar su lugar. Sus canciones destilaban reflexiones en un lenguaje opaco, que de alguna manera se universalizaban con su voz. Se abrían a interpretaciones variadas: "Lucha de gigantes" pertenecía seguramente a la categoría de las experiencias oníricas pero un admirador del cine, el mexicano Alejandro González Iñárritu, utilizaba el tema como fondo para una golpiza brutal en "Amores perros".
Ya en solitario, la música de Antonio se destensó. Los esquemas de la "new wave" cedieron a un abanico de fórmulas sonoras filtradas por su sensibilidad: rumba, coplas, algún bolero, modos de trovador, exploraciones instrumentales, sofisticaciones de músicos profesionales. A la vez, sus letras se reconcentraron: desaparecían las referencias a lugares de reunión, se evaporaban las crónicas de la carretera, se prescindía de las crónicas juveniles de incertidumbres amorosas.
Antonio profundizaba en su mundo mientras su deterioro físico se hacía evidente. A veces, parecía un caso perdido, talento derrotado por un modo de vida elegido conscientemente. Pero se recuperaba. Tenía a su alrededor un núcleo cambiante de músicos, disqueros, amigos que apostaban por él, le jaleaban, le recordaban su grandeza. Además, había en él un pundonor, un orgullo de creador, cierto compromiso con sus seguidores. En los tiempos embriagadores de Nacha Pop, llegó a renegar de su mayor éxito -"Chica de ayer"- pero finalmente asumió lo inevitable: para el público masivo, quizás él sería siempre un autor de una sola canción; los que tenían oídos curiosos sabían que allí estaba un artista mayor, un poeta eléctrico, un aprendiz que ascendió a maestro.
Este 12 de mayo Antonio Vega nos ha dejado a los 51 años a causa de un cáncer de pulmón. Siempre nos quedarán sus canciones.
http://www.rtve.es/noticias/20090512/antonio-vega-fragilidad-del-acero/276365.shtml