lunes, 18 de mayo de 2009

ANTONIO VEGA SE NOS FUE

Esta es la entrada del blog que nunca hubiera querido hacer. Y ciertamente, no sé cómo hacerla pero se la debo. Y no porque aquí no se haya hablado de Antonio Vega. Se ha hecho en múltiples ocasiones. En vida. Hoy lo hacemos post-morten. Y es lo duro. Hoy ha muerto una parte de mí como cuando se muere alguien con quién has compartido mucho, un amigo. Se la ha llevado Antonio como equipaje para su nuevo viaje. Seguro.
La muerte siempre sorprende, ¿verdad? No por anunciada pierde fuerza en el golpe o en la pena que deja. Para nada. Esta mañana fallecía el maestro en la cama de un hospital de Madrid. La ciudad que le vio nacer y que lo vio crecer como músico. Como el músico más importante que haya dado la capital española nunca. Desde aquí no quiero dejar pasar la ocasión para felicitar y rendir tributo a Radio 3. Nunca me hubiera imaginado un día de música de Antonio sin parar. Ha sido maravilloso. Desde luego, el mejor regalo que se le podía hacer. Mi más humilde admiración y agradecimiento. No olvidaré ese gesto nunca, nunca.
No voy a negar que he llorado su muerte. Muchos no lo entenderán. ¿Cómo se puede llorar la muerte de un artista que ni te conocía? Esa es la fuerza de la música. La emoción. Y de eso, de emoción, sí sabía Antonio Vega. Sus letras, sus composiciones, su música me ha acompañado desde que empezó a gustarme la música de verdad. Todavía recuerdo el día que fui a comprarme el disco "El sitio de mi recreo". Con su portada roja y esa mirada hacia atrás del genio que parecía decir: "Ahí lo llevas, chaval". No sé cuantos días estuve escuchando las doce canciones de ese disco. Mi disco de cabecera sin duda porque sigo poniéndolo asiduamente. El disco de Antonio Vega por excelencia. Igual recuerdo la salida de "Anatomía de una ola" (mi disco favorito) allá por 1999. Buff, qué subidón era esperar lo que hubiese que esperar para la salida de material nuevo de Antonio. El día de la salida del disco estaba en la puerta del Corte Inglés a las diez de la mañana por si las moscas. Recuerdo eso con una felicidad poco comparable a otras cosas. Cada nueva entrega de canciones del maestro era un subidón de adrenalina. Era comprarlo, abrirlo echando hostias y meterme en el coche para ponerlo rápidamente. Era devorarlo. Reencontrarse con un amigo para que te contara historias en clave con las cuales yo me identificaba de forma casi enfermiza a veces. Eso ya lo he perdido. Y lo lloro y lo siento. Ya no podré más esperar sus nuevos temas, calentarle la olla a algún amigo para irnos a verlo a Madrid. No podré emocionarme en un concierto con un susurro de su voz, con un gesto o una mirada...Antonio se nos ha ido y nos ha dejado un legado musical de incalculable valor. Canciones cuyo sentido cambia con el tiempo, canciones perfectamente pulidas, como caídas del cielo, filosofía para aprovechar una vida. Aprovechémosla aunque sea sin él.

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