sábado, 23 de mayo de 2009

El chico de la mirada triste

13.05.2009 TOMAS FDO. FLORES

Tenía Antonio Vega una mirada desolada desde hace ya muchos, muchos años. Mirada de derrotado por la vida, a la que había desafiado sin pudor ni miramientos. El autor de alguna de las grandes canciones de la historia de la música popular española hizo de su vida un mito de malditismo irredento que poco tenía que ver con la sensibilidad de su obra. De la fragilidad de sus canciones no daba cuenta la dureza de su existencia. El submundo por el que naufragó una y otra vez, hasta ayer mismo.

Antonio Vega comenzó en la música como una diversión adolescente. Así lo comentaba su primo y alter ego en muchas facetas de su carrera, Nacho García Vega. Éste había creado junto a Carlos Brooking una banda llamada Uhu Helicopter en los tiempos de instituto que para ellos coincidió con los de la Nueva Ola. Aquel frenesí de melodías y guitarras que sucedió al punk en la historia del rock. Eran los últimos años 70. Antonio Vega tenía 21 años cuando se incorporó al proyecto, reconvertido finalmente Nacha Pop. Una banda que alcanzaría categoría de icono generacional gracias a una sola canción: Chica de ayer.

Ese tema estaba en su álbum de debut. Un disco publicado en 1980 que alumbraba la presencia de toda una nueva generación de artistas y grupos luego conocidos con términos como los de la Movida Madrileña. A Chica de ayer le siguieron otras composiciones no menores como Atrás, Una décima de segundo o Cada uno su razón. El power pop electrizante se mezclaba con osadía con letras directas y cómplices que no tenían nada que ver con la música ligera del momento. La suya estaba mas emparentada con el pop anglosajón pero cantado en español. Con juegos de palabras que no habíamos oído antes en el rock. Y una particular habilidad con las metáforas que han poblado toda la lírica del desaparecido compositor.

Para cuando habían recorrido juntos la década de los 80, con todos sus ingenuos y estériles excesos, Nacha Pop decidió despedirse con un concierto que quedó grabado para la historia como 1980-88. Por el camino dejaron para la posteridad los discos Buena disposición, del 82, Más números, otras letras, al año siguiente, Una décima de segundo, Dibujos animados y El momento, en los años posteriores. Probablemente, oídos con el tiempo de por medio, el mejor de todos ellos, por lo emocionante y a la vez austero que resulta, es Una décima de segundo. Una obra que por el tono mas íntimo y la fuerza dramática está emparentada con lo que luego sería el trabajo en solitario de Antonio Vega.

Él comenzó su carrera propia determinado por la distancia con Nacho García Vega. Éste había sido catalizador vital y también rítmico de su sonido hasta entonces. Antonio en solitario se deslizaba por angostos vericuetos con el beneficio de ser considerado ya un gran músico, uno de los más prestigiosos y queridos de su tiempo. Su primer disco en solitario lo editó en 1991: No me iré mañana. Pronto empezaron a darse a conocer canciones impresionantes como Se dejaba llevar por ti o Esperando nada. Antonio musicaba el animo solitario de una generación, la suya, que había cruzado todo un tiempo con la explosión de lo que está por descubrir y de pronto descubre atónita la realidad.

Océano de sol, Anatomía de una ola, el fallido De un lugar perdido o el dramático 3000 noches con Marga -en homenaje a su compañera, fallecida en 2004-, fueron sus siguientes discos. Amén de un acústico, Básico, un álbum recopilatorio, un disco homenaje en el que participaron artistas muy dispares y un peculiar trabajo con duetos a modo de colaboración, titulado Escapadas.

Hace dos años, Nacha Pop se volvió a reunir para una gira al hilo del espeso revivalismo que ha vivido la música en los últimos tiempos. Tras aquellos conciertos con el consabido éxito mediático, él reinició por enésima vez su carrera en solitario. Su imagen hacia tiempo que se había deteriorado hasta un extremo difícil de asumir. Pero no le impidió lucir con fuerza su manera de tocar la guitarra, de componer y de hacernos sentir de una manera especial. Con esa extraña dialéctica que provocaba entre sus seguidores la dulzura de sus canciones y la amargura de su rostro.

Antonio Vega, músico, nació el 16 de septiembre de 1957 en Madrid, ciudad donde murió el 12 de mayo de 2009.

http://www.elmundo.es/elmundo/2009/05/13/opinion/14783584.html

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