lunes, 18 de mayo de 2009

''Y no le tengo miedo al tiempo que se va''

Para cuando algunos nos subimos a las letras de Antonio Vega él ya había escrito las vidas de mucha gente a principios de los ochenta. Era cuestión de edad, evidentemente, pero la intensidad de las historias contadas en 'No me iré mañana' (1991) fueron capaces de reenganchar a otra generación, una generación que no había vivido la Movida y que no necesitaba de esa experiencia vital para entender unos versos que se presentaban universales. A sus canciones siempre les acompañó también el mito creado alrededor de su propia vida. Indudablemente, aunque los rumores superaran en ocasiones a la realidad, las drogas fueron protagonistas, y tomaron cuerpo en letras como 'Se dejaba llevar por ti'. Quizá fueron esos miedos de su entorno quienes hicieron que antes de que su segundo disco en solitario se editase ya estuviera en las tiendas un álbum de homenaje: 'Ese chico triste y solitario' (1993). Como a todo genio, los momentos de debilidad le hacían escupir poesía y música. En sus peores años en lo personal parió 'Océano de sol' (1994) uniendo su talento al del productor Phil Manzanera, con quien no acabó muy satisfecho. El sonido quizá perdió frescura, pero las letras siguieron siendo una excusa para sentarse a paladear su significado.Tras cuatro años de parón Antonio se puso a grabar 'Anatomía de una ola' (1998), y ahí, en pleno proceso, conoció a Marga. Trabajar con él dicen que siempre fue difícil, una sucesión de retrasos, olvidos y caos a los que su nueva confidente pareció poner algo de estabilidad. Ese cambio de actitud se vio reflejado en su siguiente trabajo, 'De un lugar perdido', donde las historias atormentadas dieron paso a lecturas positivas y guitarras más potentes. El último viaje a un estudio lo hizo en plena depresión, la que le causó el fallecimiento de su compañera y le impulsó a componer '3.000 noches con Marga'. Una vez exorcizados los demonios Antonio se reencontró con su primo Nacho García Vega y Nacha Pop se "reinició" para ofrecer una serie de conciertos que, ahora lo sabemos, fueron su despedida a lo grande, ya que mientras tanto seguía tocando en solitario en recintos más pequeños. No le tenía miedo al tiempo, pensaba que ésta recaída era una más, que había superado situaciones peores. Pero lamentablemente, esta vez sí, la enfermedad ha acabado con él. Sobre el papel nos deja escritas algunas canciones nuevas, bocetos para un futuro disco, y un proyecto de álbum en directo que nunca escucharemos. Nos quedaremos esperando nada.

No hay comentarios:

Publicar un comentario